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4 formas de dañar a tu bebé sin saberlo

Debes poner especial atención en estos puntos clave.

Crédito: Estás dañando a tu bebé sin saberlo.

Si eres mamá primeriza, seguro tu familia, amigas e incluso personas no tan allegadas se han acercado a darte sus tips de crianza: “No lo cargues mucho para que no se chiquee”, “Déjalo llorar para que fortalezca los pulmones”, “Hazlo taquito para que se quede tranquilo” y un largo y confuso etcétera. Piensa que cada mamá tiene una recomendación particular que funcionaba con sus hijos, pero justo esa es la razón por lo que hay que evaluarlo: funcionó con SU crío, mas el tuyo es completamente distinto y único.

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Todos, seguramente, son consejos bien intencionados pero vale la pena revisar cuáles son las consecuencias de una u otra práctica y pensar si realmente te sientes cómoda con ellas, incluso si ya vas por tu segundo crío.

 

Chupón para calmarlo

 



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Acerca de este tema, vas a encontrar opiniones que apoyen criterios distintos. ¿Parece que tu bebé no lo necesita? Lo mejor es que lo evites. Si lo requiere para regularse porque es muy irritable, úsalo con moderación (si puedes, sólo en momentos de incomodidad), pero considera las siguientes recomendaciones.

  • Si tu bebé usa el chupón como objeto transicional (es decir, que le tiene apego y lo necesita cuando está angustiado), debes esperar a que se convenza de despedirse de él. Podrá hacerlo alrededor de los 2 o 3 años, una vez que pase el periodo de mamitis; si se lo “arrancas” puede sufrir y va a encontrar sustitutos orales como morder o chupar.
  • Evita ponérselo cuando lo notes contento y activo. Una parte muy importante de la exploración que realizan los bebés para entender el mundo sucede chupando los objetos porque las sensaciones que llegan al cerebro a partir de la boca son muy claras.
  • No lo uses si tiene cólico porque puede tragar aire con el chupón; mejor hazle un masaje en el vientre moviendo tus manos en el sentido de las agujas del reloj y dándole palmadas ligeras.
  • No untes azúcar u otros alimentos porque esto genera que el chupón se contamine y pueda desarrollar caries dental.
  • A los 9 meses de edad es buen momento para desaparecer el chupón porque es un periodo en el puede inhibir el reflejo de succión.

 

Sacudirlo

 

Este es uno de los hábitos más peligrosos para tu bebé porque su cerebro todavía no ha madurado y, con el movimiento excesivo, puede chocar contra el cráneo sufriendo daños irreparables. De hecho, médicamente existe el Síndrome del Bebé Zarandeado, el cual describe daños cerebrales causados por este tipo de ajetreo. ¿Cómo? Esto ocurre porque el tamaño de su cabeza es muy grande con relación a su cuerpo y los músculos del cuello todavía no maduran. Al zarandear al bebé como maraca, hay una aceleración y desaceleración del cerebro dentro del cráneo, y puede estrellarse cuando el movimiento es muy violento. Las consecuencias van desde problemas en el nervio óptico y retraso mental, hasta la muerte. La etapa más riesgosa es el primer año de edad.

Es cierto que a los bebés les encanta y tranquiliza el movimiento rítmico y predecible, por eso mecerlos es una práctica para calmarlos en todo el mundo. La clave para determinar hasta qué punto es sano moverlo, como en otros hábitos, es “leyendo” la reacción de tu bebé. Si le resulta placentero, los ojos demostrarán placer y serenidad; si está siendo excesivo, se verán angustiados. Además puedes notar si palidece, suda, se enfría o se agita porque el movimiento compromete muchos sistemas: endocrino, muscular, vestibular y visual.

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Dejarlo llorar

 

Muchas mamás piensan que es bueno para que fortalezca los pulmones o “no se haga mañoso”, pero sea cual sea la justificación, es algo que no le aporta ningún beneficio. Por el contrario, sí puede afectar su desarrollo físico, emocional y social, dándole mensajes sobre el afecto. Durante el primer mes de vida, tanto el llanto como la risa son conductas reflejas, o sea, surgen de forma involuntaria para expresar un estado interno, por lo que el hecho de que tu bebé llore no tiene nada que ver con la intención de manipularte, lo hace simplemente para comunicar lo que siente.

De muy pequeño es difícil descifrar qué le pasa. Pero si te das la oportunidad de observar y usar tu intuición, podrás aprender “su propio lenguaje” y poco a poco notarás otros tipos de llanto con cierta regularidad e intensidad. Alrededor de los 3 meses, podrás identificar sus necesidades según el sonido de su llanto:

  • Hambre. El sonido es agudo y continuo, y además succiona su mano.
  • Sueño. El llanto disminuye poco a poco y tiene intervalos cada vez mayores.
  • Dolor. Es agudo, continuo, con espasmos para respirar y suele tensar alguna parte del cuerpo (la mayoría de las veces el vientre).

Cada bebé tiene una capacidad diferente para regular por sí mismo su temperatura, su sueño o sus estados de alerta. Poco a poco la zona prefrontal del cerebro se encarga de esta regulación; por eso es importante atender sus necesidades conforme crece.

 

Hacerlo taquito

 

Muchas mamás lo hacen para protegerlo de sus propios rasguños y sustos, ya que cuando es recién nacido tiene movimientos repentinos causados por reflejos (como espantarse con sus propias manos o pies incluso estando dormido). En el primer mes de vida puedes envolverlo suavemente sólo en momentos en los que no esté alerta y cuando busques calmarlo. De hecho el reconocido pediatra Harvey Karp lo usa como técnica para tranquilizar a un bebé pequeño (cargándolo de lado y haciendo el “sh sh”).

  • El Instituto de Displasia de Cadera recomienda envolverlo, pero dejando un espacio de movilidad para las piernas y sin comprimir la cadera. Cuando fuerzas a que las piernas se mantengan estiradas y apretadas la cadera puede llegar a luxarse o zafarse, en especial durante los tres primeros meses de edad.
  • Si observas con atención a tu bebé en el primer trimestre de vida, su cuerpo está naturalmente en flexión, sus extremidades están encogidas y orientadas hacia el vientre; por eso no es bueno estirarle las extremidades de manera forzada. Además, no debes dejar que pase mucho tiempo así, ni hacerlo de forma muy ajustada porque impedir el movimiento puede afectar su desarrollo motor.
  • Esta práctica busca contener al bebé para crearle la sensación de seguridad que tenía dentro del vientre, pero el porteo es una mejor forma para lograr que sienta esa contención esférica, respetando la flexión natural de sus piernas y brazos.

No compres la idea de que estas prácticas servirán para siempre; en la actualidad hay mucha más información sobre del desarrollo óptimo de los niños, por lo que puedes tomar mejores decisiones acerca de la crianza que quieres darle.

Agradecemos al equipo de especialistas de Proyecto DEI, bajo la coordinación de Ana Serrano. Busca más información en proyectodei.org y síguelos en su Facebook: proyectodei

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