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Mirándome en el espejo: gemelos

Fomentar la individualidad de cada uno es indispensable para su pleno desarrollo.

El nacimiento de un bebe nos confronta con lo maravillosa, inmensa y aún incomprensible que es la naturaleza: parece increíble que un ser tan hermoso y perfecto haya surgido de una célula apenas milimétrica y que, aunque pequeño, sea capaz de modificar con su sola presencia la vida de tantas personas. Pero, si eso nos parece increíble, el nacimiento de los gemelos es aun más impresionante.

Pensemos un momento en todas las incomodidades que puede llevar consigo la gestación de un bebé, pero duplicados: mayor peso, mayor fatiga, mayores cuidados, mayor responsabilidad y mayores temores.

Esto genera, además, innumerables fantasías en torno a los padres, la madre, y los bebés, ¿En dónde dormirán, cómo los vestiremos, cómo se llamarán? Estas son algunas de las mil inquietudes que afrontan las familias en las que existe la posibilidad de nacimientos gemelares, y estas inquietudes, en muchas ocasiones se ven intensificadas por aspectos culturales y por una serie de historias, de tradiciones, que al día de hoy comprendemos no son nada favorables para su desarrollo emocional.

Estas tradiciones llevan a poner nombres muy similares variando solo algunas palabras o vocales según sea el caso: Andrés y Andrea, Mario y Mariano o Emilio y Emiliano; tampoco olvidemos el famoso “¡Vamos a vestirlos igualitos!”,  y por ende, terminan con los mismos juguetes y la misma recámara.

Como si no fuese ya una incógnita el hecho de vivir como si estuvieses frente a un espejo todo el tiempo, y que resulte complicado a veces para los amigos diferenciar a uno de otro. La mamá resuelve esta problemática gradualmente logrando identificar algunas particularidades que los diferencian, pero que son ajenas a otras personas.

Los gemelos permanecen unidos aun fuera del útero, ya que seguramente compartirán espacios, llantos, e inclusive, el mismo pecho al ser alimentados. La madre divide su tiempo para atender a ambos, y suele ser mas fácil bañar, alimentar, jugar con dos al mismo tiempo, que dejar horas y rutinas para cada uno, pues no habría mamá que pudiese rendir física ni emocionalmente tal ajetreo que es de por sí bastante complejo en los primeros meses.



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De este modo, los bebés van fortaleciendo sus lazos, y aunque cada niño es diferente y expresan gradualmente su propio temperamento y habilidades, esto suele ser ignorado o reprimido por parte del medio ambiente. Ya antes se había mencionado el hecho de vestirlos igual, tenerlos en el mismo salón del colegio,  llevarlos a la misma actividad recreativa y demás. Lo que representa para cada uno una gran dificultad en el momento de separarse necesariamente uno del otro.

Generalmente, como una forma de iniciar y conquistar esta individualidad suelen comportarse de maneras un tanto opuestas: uno es más inquieto que otro,  éste mas sociable que aquél, el más estudioso, el más cauto y así seguiríamos con la lista de conductas en las que claramente podemos observar la necesidad de cada uno de diferenciarse al menos en lo conductual, ante la imposibilidad de una diferencia física.

¿Cómo ayudar?

  • Un factor importante es que los padres conozcan y comprendan la necesidad de crear en cada uno un espacio físico y emocional diferente
  • El hecho de que sean vestidos de manera y colores distintos, hasta que ellos puedan elegir lo que mas les agrade, es otra forma de respetar su derecho a ser único
  • Se puede asistir a la misma escuela pero no el mismo grupo, al mismo club pero en el deporte que a cada uno le guste
  • Se puede tratar de separar los grupos de amigos (salvo que sean ellos mismos los que decidan lo contrario),
  • Separar las camas y los juguetes, a fin de que cada uno pueda desplegar su propio potencial y gustos sin sentirse amenazado o presionado por la familia

No es un proceso fácil: ambos han compartido el cuerpo de la madre desde el inicio de su vida, han escuchado los latidos de sus corazones durante varios meses, han sentido el movimiento y el cuerpo del otro y se han acostumbrado a vivir juntos en un lugar muy reducido.

El nacimiento no es sólo un proceso biológico, es también el momento en el que nacemos psíquicamente, emocionalmente, y es un proceso que en ningún momento debe impedirse, pese al hecho mismo de mirarse uno al otro como frente a un espejo.

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