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Hipertensión pulmonar en el recién nacido

¡Este trastorno puede poner en riesgo la vida de tu bebé!

La hipertensión pulmonar (una presión de la sangre en los pulmones elevada) es una alteración por la cual los vasos sanguíneos que se encuentran en los pulmones del recién nacido se contraen y limitan gravemente la circulación sanguínea en su interior. En consecuencia, los valores de oxígeno en la sangre disminuyen de manera alarmante y el trastorno puede poner en peligro la vida del bebé:

  1. La sangre del bebé no necesita circular a través de los pulmones para ser oxigenada puesto que el feto no respira aire
  2. Gran parte de su sangre pasa directamente del lado derecho del corazón al izquierdo a través de una comunicación entre las aurículas (foramen oval)
  3. La mayor parte de la sangre que continúa a través del lado derecho del corazón pasa de la arteria pulmonar a la aorta a través de un vaso sanguíneo que las une (ductus arteriosus)
  4. Sólo una pequeña fracción de la sangre del lado derecho del corazón atraviesa los pulmones
  5. En el momento del nacimiento, el foramen oval y el ductus arteriosus normalmente se cierran y la sangre del lado derecho del corazón fluye a través de los pulmones

Sin embargo, en algunos bebés recién nacidos, los vasos sanguíneos que se encuentran en los pulmones se contraen y entonces el foramen oval permanece abierto, lo cual puede también suceder con el ductus arteriosus. Cuando esto ocurre, la mayor parte de la sangre bombeada por el lado derecho del corazón no pasará por los pulmones (como ocurre normalmente en el feto), dando lugar a niveles muy bajos de oxígeno en la sangre.

La hipertensión pulmonar se presenta más frecuentemente en niños posmaduros o en aquellos cuyas madres han ingerido grandes dosis de aspirina o indometacina durante el embarazo. Con frecuencia se presenta en niños que padecen otras enfermedades pulmonares, como síndrome de aspiración de meconio o neumonía, pero también puede desarrollarse en niños cuyos pulmones no presentan ninguna otra anomalía.

Tratamiento

  • Un niño con hipertensión pulmonar suele ser colocado en un ambiente que contenga oxígeno al cien por cien, por lo general, conectado a un respirador artificial
  • Puede administrársele bicarbonato sódico por vía intravenosa

Ambos tratamientos facilitan la dilatación (apertura) de los vasos sanguíneos que se encuentran en los pulmones. Quizás sea necesario mantener la presión de la sangre del resto del cuerpo del niño con líquidos o medicamentos; de lo contrario, la baja presión de la sangre en el resto del cuerpo ocasionará un menor flujo sanguíneo en los pulmones porque aumentará el paso de sangre del lado derecho al izquierdo del corazón.

En los niños más gravemente enfermos es posible utilizar una técnica conocida con el nombre de oxigenación a través de una membrana extracorpórea, hasta que se resuelva la hipertensión pulmonar. Por medio de esta técnica se hace circular la sangre del niño a través de una máquina cardiopulmonar (membrana oxigenadora) que le agrega oxígeno y le quita anhídrido carbónico; la sangre así oxigenada retorna al niño. Se está investigando un nuevo tratamiento por el cual se hace respirar al niño una concentración muy baja de óxido nítrico, que dilata los vasos sanguíneos de los pulmones.



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