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¿De qué se trata prohibido castigar?

Descubre cómo sin castigos tú y tu hijo pueden llevarse perfectamente bien.

En las últimas semanas, he recibido muchos comentarios alrededor de nuestra propuesta Prohibido Castigar. Entre las peticiones más frecuentes, está la de compartir con ustedes ideas específicas que se puedan aplicar con los niños.

Yo las invito a hacer de éste un espacio interactivo. Las invito a enviarme preguntas específicas de situaciones que han vivido con sus hijos; estoy segura que lo que cada una  comparta será muy ilustrativo para todas las demás. De entrada, podrán darse cuenta que no están solas.

La propuesta es la siguiente:

Envía la descripción de una situación que no has podido resolver y que te gustaría que comente a mi correo electrónico:

midoctoranancy@gmail.com

Cada semana eligiré alguna que refleje la situación del mayor número de mamás e intentaré darles algunas ideas de cómo manejarla, sin recurrir al castigo, ¡claro!



Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.

Para el día de hoy yo presentaré una situación específica. Después de haberla analizado, les compartiré un testimonio que me envió una paciente; mi deseo es animarlas a continuar en este camino, un camino que SÍ FUNCIONA. Todos los nombres han sido cambiados para respetar la intimidad de las personas.

Rosi, de cinco años, se sienta la mesa y juguetea con la comida; parece más interesada en la conversación de los adultos que en comer. En varias ocasiones, papá o mamá le recuerdan que debe comer pero en cada una de ellas Rosi coloca un pedazo de comida en su boca, mastica y después, lentamente, regresa a la misma conducta.

¿Qué ha conseguido Rosi?

En cada una de las múltiples interrupciones ha logrado que sus padres le brinden atención; a la larga, ellos pierden la paciencia y la amenazan: “ Si no terminas de comer, te voy a dar de nalgadas.”

Y ya sea que cumplan o no la amenaza, la conducta se repite todos los días, puntualmente, tres veces al día.

¿Cuál sería la opción Prohibido Castigar?

  • Mamá y papá continúan su conversación, sin interrumpirse para llamar la atención de Rosi. Cuando ellos terminan de comer, digamos, la sopa, retiran los platos de la mesa – incluido el de Rosi. Y harán lo mismo al terminar la carne, la verdura y el postre. Durante este proceso, mantendrán una actitud amigable; no es necesario regañar
  • Al final de la comida, Rosi habrá comido muy poco. Y, por supuesto, no recibirá ningún tipo de alimento hasta la hora de cenar. De esta forma, ella podrá experimentara hambre, la consecuencia natural de no comer.¡
  • Si en el transcurso de la tarde se queja de tener hambre, mamá y papá, de manera amorosa, le dirán: “Entiendo que tienes mucha hambre; pero debes esperar a la hora de la cena, porque ahorita ya no es hora de comer”
  • Si alguno tus hijos presenta una conducta similar, intenta aplicar estas ideas durante la semana.

¡Buena suerte!

Y ahora, un testimonio

Llevaba mucho tiempo pensando que algo tenía que hacer. No quería padecer a mis hijos pero los cargaba como el Pípila la lápida.

A pesar de los castigos, gritos, manoteos y jalones, Lalo seguía sin obedecer. Instintivamente le fui subiendo de tono a las cosas, como si lo que me faltara fuera intensidad en la consecuencia. Frases como: «Te voy a sacar del colegio y te voy a meter a una escuela de gobierno», o «Te quedas sin ver, jugar o utilizar cualquier cosa que requiera de ser conectada o use pilas» eran muy socorridas en mi día a día, y lo peor es que las cosas seguían igual y a mí ya se me estaban acabando los castigos, ya sólo me faltaba castigarle el oxígeno que respira.

Este verano Lalo se fue de camp y finalmente esa pesada lápida se me quitó de encima y me sentí liberada y al mismo tiempo culpable. ¡No estaba contenta por lo que para Lalo significaba irse fuera y tener nuevas experiencias, estaba encantada con el hecho de no verlo por un tiempo!

Al poco tiempo oí a Nancy en el radio, y entre más la oía más me identificaba con todo lo que decía. Todo hacía sentido. Así que la contacté para tener una cita con ella, pero mientras eso sucedía, empecé a aplicar lo que ella dice es la consecuencia lógica de las cosas.

Marcos, mi hijo de 4, suele no querer desayunar. Mi yo habitual hubiera dicho: «¿Pues qué crees? No es pregunta…así que te sientas y desayunas». (Todo esto con manoteo incluído). Pero esta vez me contuve y le expliqué que si no desayunaba le iba a dar hambre y que no iba a poder comer nada sino hasta la hora del lunch. Obviamente no desayunó y al poco rato tenía hambre. Aguanté un rato para darle de comer.

Al día siguiente cuando se levantó le pedí que se sentara a desayunar, y Marcos contestó: -«Claro mamá, si no al rato me va a dar hambre.» Fue entonces que me di cuenta que tenía que cambiar mi estrategia y que de verdad todo este Movimiento sí funciona. Después de trabajar un rato con Nancy he aprendido algunas estrategias que estoy poniendo en práctica y los resultados han sido sorprendentes, casi mágicos. Resultados como éste:

Ayer le dije a Lalo, que cuando acabara su programa apagara la tele y se fuera a dormir. Antes cada vez que le pedía a Lalo algo así, no obedecía y entonces acabábamos en regaño, lloriqueo y berrinche y dependiendo de la magnitud del caso hasta en castigo. ¿Y qué pasaba? Que al día siguiente el niño volvía a hacer exactamente lo mismo. Entonces acostumbrada a esta dinámica horrorosa, llegada la hora, fui por el niño para llevarlo a dormir y para mi sorpresa él ya estaba en la cama.

Así que de ahora en adelante en mi casa está prohibido castigar.

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