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La empatía con los hijos

Pamela Parras nos cuenta cómo los actos de mamá afectan a los hijos.

Tener un bebé implica un reto emocional fuerte. Cuando tienes más de un hijo en casa el asunto además de intenso se convierte en algo permanente, porque cuando creo que ya libré una etapa difícil del mayor, la chica comienza una nueva, y que Dios me libre si se junta con alguna situación que saque de balance a la nena de en medio.

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Y todo esto sucede cada día, no hablo de eventos especiales o de situaciones límite, me refiero al día a día en que una tarde puede estar llena de llantos sin sentido de la más pequeña (aparentemente), al mismo tiempo que una de las niñas no quiere comer bien y el mayor lleva dos días diciendo que todo es injusto, sólo porque lo mandas a lavar los dientes antes que las niñas.

En este ambiente a veces nos resulta difícil empatizar o conectar con nuestros hijos. He aprendido que a la primera que le tengo que poner atención es a mi como mamá, revisarme y tratar de ver en el comportamiento de mis hijos la reacción a algo que yo estoy haciendo.

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Mamás y papás solemos hacerlo al revés. Con mucha facilidad y frecuencia decimos que los dramas, las respuestas fuera de lugar, los no’s de nuestros hijos son los que nos ponen “de malas”;  les tengo noticias queridos adultos:  la mayoría de las veces esas actitudes que nos alteran son provocados por nosotros.



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No, no se trata de sentirnos culpables e irnos del otro lado y darles chance de todo, se trata de revisar cómo ha estado nuestra atención en las cosas que para ellos son importantes. Por ejemplo: mi hijo mayor no para de hablar de sus videojuegos, a veces pienso que le gusta más contar las historias que jugarlos y encima le encanta contar a cada miembro de la familia el paso a paso del jueguito.

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Hay momentos en que a todo le contesto “sí” pero en realidad no lo estoy escuchando porque ya estoy pensando en mi post, en los mails que debo responder, en la ropa de sus hermanas, en la hora de la cena y la del baño, entonces mi niño se da cuenta de eso y me dice “no me estás escuchando verdad”. ¡Chin! Otra vez me pasó.

Pues esas cosas que para nosotras pueden ser pequeñas o simplemente no interesantes, a ellos les hace sentir que sus asuntos no nos interesan, entonces comienzan a llamar la atención de una manera “negativa”.

Lo primero que debemos hacer es reconocer la emoción que están viviendo, minimizar, descalificar, negar, decir “no pasa nada”, “no es para tanto” es como decirles “tus sentimientos no son importantes para mi”.

Empatizar en los momentos de conflicto

Lo primero que hago cuando me doy cuenta que estoy ya muy enganchada en la pelea es detenerme, parar de golpe y revisar qué es lo que yo estoy haciendo o cómo estoy reaccionando.

Luego, me pongo a su nivel físico, con el mayor ya sólo basta agacharme un poco, con las niñas todavía tengo que ponerme en cuclillas o de plano hincarme en el piso para que nuestras caras estén al mismo nivel.

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En ese momento yo les hago saber que estoy reconociendo su emoción al decirle “te veo muy enojada”, entonces sucede que en lugar de hacer el berrinche, mi hija de casi 5 años me dice “Sí, estoy enojada porque desde hace rato te pedí algo y no me hiciste caso”.

Así, yo obtengo información sobre qué le está pasando, porque al mismo tiempo con mi actitud le hago saber que me intereso en ella y que estoy dispuesta a escucharla y a resolver las cosas. Y a veces con hacer esto, el mal momento pasa, para ellos y para mi.

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