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Se busca disciplina

Te decimos por qué perdemos el orden y cómo recuperarlo.

Por Norma Luz Bravo @LaNormaLuz

De acuerdo con el estudio de la Universidad de Chicago Yes, But Are They Happy? Effects of Trait Self-Control on Affective Well-Being and Life Satisfaction, quienes tienen más método en su día a día, experimentan mayores sensaciones de bienestar; esto debido a que se enfrentan a menores situaciones en las que sus objetivos entran en conflicto y por ende casi no experimentan la frustración de tener que decidir entre la satisfacción inmediata o el sufrimiento futuro.

Por qué funciona regularse

La respuesta más sencilla es porque no se trata de ver quién se resiste más a la tentación sino de encontrar las mejores formas de evadirla. Aquí una muestra: cuando estás a dieta, el foco no debe estar en que todo el día pensaste en comerte un pastel, una dona y una pizza y no lo hiciste, sino en que gracias a que quieres bajar de peso, te inscribiste a clases de belly dance y te sientes más sexy cada vez.

Dicho de otro modo, disciplinarse es extraordinario si encuentras los métodos más placenteros para hacerlo. Está científicamente comprobado que sentirse bien es adictivo y contagioso, si proyectas eso en tu vida y descubres los detonadores que disparan esas satisfacciones, nunca querrás regresar a los vicios y de modo inconsciente arrastrarás a quienes te importan a intentarlo.

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Ok, ¿cómo empiezo?

Lo primero es entender que la disciplina es la madre de los hábitos y que además de rutina requiere de algo más poderoso: la voluntad. Tener el verdadero y casi obsesivo propósito de cumplir una meta sabiendo que no será fácil pero será 100% recompensado es lo que te mantendrá enfocada.

Una vez que lo tengas claro, emplea algunas consideraciones básicas:

1. Hazlo ahora. Esperar a que sientas “el llamado” es la peor excusa que tienes para comenzar a transformarte. Por ejemplo: llegar temprano al trabajo es tu pendiente número uno; entonces mientras estés en el transporte o esperes a tu hijo afuera de la escuela, elabora una lista de lo que te pondrás mañana y luego de lo que usarás pasado; así todas las noches anteriores lo tendrás ubicado y habrá desaparecido al menos una de las 20 razones por las que eres impuntual. Ya que lo tengas dominado, da el siguiente paso

2. Prométete (y cúmplete). Dicen que quien no tiene palabra no tiene honor y… ¡es cierto! Quizá eres la más acomedida con tu pareja pero jamás realizas lo que designas para ti. En un ejercicio diario repítete y comprométete con entregas significativas, te ayudará decir en voz alta: “Este día no se acabará hasta que no haya leído 20 páginas de mi libro, lavado todo el patio, abrazado a cada miembro de mi familia”, etcétera

3. Olvídate de tus dones. A veces cuando te sabes buena en algo te olvidas del esfuerzo que significa conseguirlo y los resultados siempre son efímeros. Es cierto, todos tenemos habilidades natas a las cuales hay que sacar provecho pero más allá de eso, hay que invertir en su constancia y perfeccionamiento. Para aclararlo piensa en esa película que te encanta, en la que aplaudes la actuación de la protagonista y de quien sabes ganó un Óscar; ahora reflexiona ¿cuántas horas y semanas estuvo ensayando para lograrlo? ¡Nada es gratuito!

4. Deja de mentirte. Los pendientes eternos carecen de todo fundamento. Sabes que tu suegra ha cruzado la línea con sus groserías y sin embargo cada vez que te juras ahora sí ponerle un alto, no lo haces porque estaban sus nietos, llevabas prisa, estaba enferma… Sólo por un instante atrévete a ser honesta y en tu mente di la verdad: “No la confronto porque he sido cobarde y no me creo merecedora de cariño”. Sí, dolerá, mas será un primer gran paso para vencer la desidia

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