Este órgano, que juega un papel esencial en muchos de los procesos vitales, presenta cambios anatómicos y funcionales para cubrir la carga adicional que significa el embarazo para el organismo; el crecimiento del útero y, en menor medida, el desarrollo del bebé.

La capacidad del hígado para sintetizar proteínas y proporcionar minerales y nutrientes, aumenta como respuesta al incremento en las necesidades de los tejidos maternos y del feto. Más aún, los vasos sanguíneos de éste órgano se agrandan para poder transportar la mayor cantidad de sangre que circula en los vasos de la mamá. Al mismo tiempo, el hígado debe compensar el aumento en el número de glóbulos rojos circulantes.

Para responder a estas necesidades, el hígado aumenta de tamaño y peso. Por otra parte, las hormonas que produce la placenta y los cambios metabólicos en el organismo materno son los factores responsables del aumento en el trabajo del hígado y de muchas de las alteraciones físicas que se dan durante la gestación.