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¿Qué cambios se presentan en la sangre debido al embarazo?

Durante el embarazo, la madre aumenta en un 25% su cantidad de sangre para nutrir al bebé y prevenir una posible hemorragia.

En el momento del parto, la cantidad total de sangre en el cuerpo de una mujer embarazada aumenta aproximadamente 25%, ya que la retención de fluidos y una mayor producción de glóbulos rojos, hacen que se incremente el volumen del plasma sanguíneo. Se requiere una mayor cantidad de sangre para llenar los vasos del útero y para transportar el oxígeno y los nutrientes que necesitan el feto y los tejidos maternos, además de los desechos que hay que eliminar. Más aún, constituye una reserva de protección en caso de que haya hemorragia en el parto.

Los órganos productores de sangre, como la médula ósea, fabrican más glóbulos rojos o eritrocitos, que son los encargados de transportar oxígeno y hierro. A pesar de lo anterior, por lo general hay una disminución del número de eritrocitos debido a que el volumen del plasma aumenta cerca de un 30%, mientras que el número total de glóbulos rojos sólo incrementa cerca de un 20%. Esto da como resultado una aparente anemia. Con estos cambios, la viscosidad de la sangre disminuye y el hematocrito (que mide las cantidades relativas de sólidos y líquidos en la sangre) es menor. Es común que, al principio del embarazo se de un aumento moderado en el número de glóbulos blancos por milímetro cúbico, mismo que desaparece al final.

Cuando una mujer embarazada está sana y recibe la cantidad adecuada de hierro para producir hemoglobina, su cuenta de eritrocitos no debe caer por debajo de 3’750,000 por milímetro cúbico, su hemoglobina no debe ser menor a 13.5 g/100 milímetros cúbicos de sangre y su hematocrito no debe estar por debajo de 35. Por lo general, los médicos someten a sus pacientes embarazadas a pruebas sanguíneas cada dos meses.

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