Probablemente desde que te enteraste que estabas embarazada comenzaste a mejorar tu dieta alimenticia. Si este no es tu caso, debes hacerlo cuanto antes, pues tanto tú como tu bebé se beneficiarán mucho de ello.
Es momento de desechar las dietas poco nutritivas y comenzar a comer de manera saludable. No olvides que una dieta sana es aquella que presenta un equilibrio de carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales.
¿Qué son los carbohidratos?
También llamados hidratos de carbono o azúcares, éstos son los compuestos orgánicos más abundantes y, a su vez, más diversos.
Existen dos tipos:
- Simples. Como los que se encuentran en los pasteles, el chocolate, las galletas y los refrescos, los cuales son ricos en azúcar (sacarosa) y tienen poco valor nutricional. Aportan una dosis alta de energía porque el torrente sanguíneo los absorbe rápidamente, pero sólo ofrecen beneficios a corto plazo. La única excepción es la fructosa, que se encuentra en las frutas. Por tratarse de una buena fuente de vitaminas, minerales y fibra, debes asegurarte de tomar alrededor de 5 porciones de fruta al día.
- Complejos. Éstos se encuentran en los alimentos con almidón como la pasta, el pan, el arroz integral, las papas y las legumbres. Son el pilar de una dieta sana, pues su energía se libera lenta y uniformemente debido a que la fécula debe descomponerse en carbohidratos simples antes de que el torrente sanguíneo pueda absorberlos. Este tipo de carbohidratos son indispensables porque retienen vitaminas y minerales valiosos, además de aportar un alto contenido de fibra que te ayudará a prevenir el estreñimiento. Procura incluir entre 4 y 6 dosis de cualquiera de estos alimentos al día: pan integral, 60-125 gr. de pasta integral, arroz integral o papa, 60 gr. de cereales.
Recuerda que el famoso “comer por dos” no es recomendable, pues durante el embarazo sólo tienes que aumentar 300 calorías a tu dieta alimenticia (lo que equivale a un plátano y un vaso de leche).
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