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Parto humanizado, ¿moda o necesidad real?

Conoce más y haz que tomen en cuenta tus deseos y necesidades particulares.

También denominado parto suave, el parto humanizado se basa en la consideración de los deseos y necesidades particulares de sus protagonistas. Es decir, en el respeto a la libertad de las mujeres o las parejas para tomar decisiones sobre dónde, cómo, con quién parir y cuánto tiempo necesitan para hacerlo.

El parto humanizado pretende sobre todo:

  • Favorecer la libertad de posición y movimiento de la mujer durante todo el trabajo de parto (en cunclillas, en agua, semisentada o como desee), para que siempre esté cómoda.
  • No intervenir rutinaria o mecánicamente en este proceso natural, a menos de haber una situación de riesgo evidente.
  • Reconocer y respetar las necesidades individuales de cada mujer/pareja sobre cómo desean vivir esta experiencia (en una institución o en su casa).
  • Estimular la presencia de un acompañante significativo para la parturienta (apoyo emocional).
  • Respetar el ambiente de intimidad durante el parto y el nacimiento.
  • Cuidar el vínculo inmediato de la madre con el recién nacido sano, permitiendo que estén juntos el tiempo necesario.

En México, la oferta existente en términos de tipos de cuidado prenatal es amplia. Tu médico debe informarte sobre las opciones que  están disponibles en tu centro de salud o los hospitales más cercanos que brinden el tipo de parto que deseas.

Recuerda que lo más importante es tomar las decisiones que te hagan sentir cómoda y segura, y que siempre puedes cambiar de opinión.

Cambios de perspectiva

Hasta finales del siglo XIX el nacimiento era un campo dominado por mujeres. Es decir, en el momento del parto, la mujer era atendida por amigas, familiares o por la partera de la comunidad. Sin embargo, conforme transcurrieron los años el nacimiento se convirtió en un proceso médico monitoreado predominantemente por hombres.

A principios del siglo XX los nacimientos dejaron de realizarse en casa y comenzaron a llevarse a cabo en los hospitales. Para los años cincuenta, el nacimiento se había convertido en un proceso absolutamente médico, atendido por doctores y realizado con equipo y procedimientos especializados como monitores fetales, anestesia e intervenciones quirúrgicas como la episiotomía.

Aunque el parto en el mundo occidental se empezó a entender como una cuestión absolutamente médica, los partidarios de un enfoque más natural comenzaron a poner en entredicho lo que se había aceptado como formas para llevar a cabo un parto.



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  • El doctor Grantley Dick-Read, obstetra estadounidense, reconoció durante la década de los cincuenta que el miedo al parto era uno de los aspectos que más contribuían al dolor durante el mismo, e introdujo la idea de enseñar a las mujeres técnicas de respiración y relajación para ayudar a reducir el temor y la tensión.
  • El método de Frederick Leboyer se basa en la teoría de que muchos problemas que surgen en la vida se deben a un trauma experimentado en el momento del nacimiento. Leboyer afirma que los bebés necesitan nacer con calma en lugares agradables sin mucho ruido ni movimientos bruscos. Además, propone introducir al bebé en una bañera de agua caliente inmediatamente después de nacer, una réplica del mundo acuoso que acaba de abandonar.
    La iluminación suave en la sala de parto y el hecho de parir en el agua son influencias de Leboyer.

Conforme transcurrieron las décadas, la elección del tipo de parto se convirtió en un tema polémico, pues cada vez eran más los casos de mujeres insatisfechas por los modelos de atención de los hospitales. Muchas comenzaron a protestar al sentirse tratadas como parte de una maquinaria de producción de bebés, pues:

  • Algunas intervenciones durante el parto como la monitorización continua del feto, la epidural y la episiotomía eran innecesarias y no había datos que las justificaran.
  • El ambiente hospitalario hacía que algunas mujeres sintieran que habían perdido el control de su cuerpo, así como decepcionadas por la experiencia del parto.

Fue hasta fines de la década de los sesenta que se afianzó la “Antropología del Parto”, es decir, el enfoque del parto no como un mero proceso fisiológico, sino como un suceso variable de acuerdo a las creencias culturales y sociales.

El trabajo de la antropóloga Sheila Kitzinger fue el que generó mayor conciencia sobre la variabilidad de las prácticas de parto y demostró la arbitrariedad y las restricciones en los nacimientos occidentales. Su libro, The experience of childbirth (La experiencia del parto), publicado en 1962, otorgó legitimidad al movimiento pro partos humanizados.

  • Kitzinger afirmaba que las mujeres debían reclamar parte del control sobre la forma en que dan a luz y participar activamente en el proceso de nacimiento. Como resultado de su trabajo, en países como Reino Unido las mujeres ya no son rasuradas sistemáticamente o sometidas a enemas antes del parto, y las episiotomías ya no se realizan de forma rutinaria.

Lo cierto es que muchas mujeres se informan sobre las diferentes métodos que hay respecto al parto y extraen de ellas los aspectos que les parecen más útiles. Recuerda que puedes aprender yoga, recibir masajes, realizar ejercicios de respiración o relajación y al final optar por la anestesia epidural si te es muy difícil soportar el dolor y crees que es lo mejor para ti y tu bebé.

Fuentes:
http://www.partohumanizado.com.ar

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