Si el óvulo es fertilizado, la progesterona y el estrógeno, dos hormonas secretadas por el cuerpo lúteo, nutrirán por un corto tiempo al huevo. Estas hormonas son esenciales para preservar el embarazo durante los primeros meses. Cuando no hay embarazo, el óvulo se desintegra y el cuerpo lúteo se encoge. Como resultado, las hormonas dejan de alimentar al endometrio ―la cubierta del útero― y se da la menstruación.
El embarazo hace que se conserve el cuerpo lúteo por medio de las hormonas que produce la placenta, la cual comienza a producir estrógeno y progesterona gradualmente. Alrededor de los 70 días de embarazo, la placenta puede reemplazar totalmente al cuerpo lúteo sin poner en peligro la gestación durante la transferencia de funciones. Al final del embarazo, el cuerpo lúteo se ha encogido hasta casi desaparecer del ovario.