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Prohibido castigar: la práctica hace al maestro

Descubre por qué este dicho y la disciplina van de la mano.

Por Nancy Steinberg, psicóloga infantil.

El camión de la escuela pasa a recoger a tus hijos a las 7:30 de la mañana. Tú te organizas bien para que les dé tiempo de levantarse, ir al baño, vestirse, desayunar, lavarse los dientes y salir a esperarlo pero… tu primogénito de siete años casi nunca lo logra. ¿Dónde se atora? No llega a tiempo para la primera (y más importante) comida del día. Cuando ya todos están sentados a la mesa, no aparece por más que lo llames. Has intentado:

  •  Regañar. “¡Todas la mañanas es lo mismo, otra vez se te va a hacer tarde!”
  • Amenazar. “¡Si no estás listo, el camión te va a dejar y te vas a ir caminando!” (algo que, por supuesto, no puedes cumplir)
  • Castigar. “Si no bajas o vienes, te quedas sin computadora toda la semana”
  • Comparar. “Tus hermanos siempre están listos, ¿por qué siempre te tenemos que esperar?”

El hecho es que a ti te preocupa que se vaya con el estómago vacío, por lo que, finalmente, lo ayudas a que lo haga de prisa, le pones un sándwich para que se lo vaya comiendo en el camino y lo llevas de mal humor al colegio.

La escena se repite cada mañana y terminas agotada, derrotada y con una sensación de ineficiencia como madre. Te cuestionas una y otra vez cómo conseguir su colaboración.

Lo primero a tomar en cuenta es que, si está sano, no le va a pasar nada por un día que no tome los alimentos temprano como el resto de la familia; mas si esto es una batalla campal crónica, tu relación con el niño sí se deteriorará al igual que tu imagen de autoridad frente él y ante ti misma.

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Mi sugerencia

  • Establece un horario: si el autobús llega a las 7:30, todos deben estar sentados a las 7 en punto, pues empezarás a servir. Este periodo se termina a las 7:20 para que todos tengan tiempo de cepillarse los dientes, ir al baño, ponerse las chamarras, tomar las mochilas y salir
  • A dicha hora recoges todo y si tu hijo mayor llega tarde, lamentarás con él el hecho de que tendrá que ir a la escuela sin desayunar. Evita regañarlo –tu emoción real es que te aterra que no coma– y si le hablas con voz tranquila le transmitirás que no se trata de un castigo, sino de que él no utilizó bien su tiempo. Finalmente pregúntale qué pueden hacer al día siguiente para que logre estar listo

Recuerda: 

  • Utilizar un tono normal
  • Describir tus emociones (“Me preocupa que te vayas con el estómago vacío”) frente a una acción específica y fácilmente descriptible (“Pero el camión no puede esperar y debes estar afuera cuando llegue”)
  • Invitarlo a buscar una solución concreta y conjunta (“¿Qué podríamos hacer para que mañana estés a tiempo?”)

Si te preocupa su salud, consulta al pediatra antes de utilizar esta estrategia. Recuerda que una buena relación con tus hijos vale oro.

Encuentra a la doctora Nancy en @doctora_nancy,  midoctoranancy.com  o al teléfono 5294 0354.

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