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La comunicación no verbal: qué dice tu cuerpo

No solo tus palabras dicen algo, también tus movimientos inconscientes.

¿Alguna vez has sentido que las palabras salen sobrando o que el mensaje verbal no coincide con lo que perciben tus sentidos? Esto sucede porque, sin darnos cuenta, nuestro cuerpo “habla”.

Las palabras, una parte del mensaje

Cuando le preguntamos a alguien si está enojado y contesta que no, podemos darnos cuenta si realmente lo está interpretando sus movimientos corporales, el tono de voz, los gestos y las posiciones.

La comunicación no verbal es más que un sistema de señales emocionales, es la parte inconsciente de la comunicación que va más allá de las palabras y que la refuerza o cuestiona.

Sin embargo, no existe un manual que traduzca los movimientos corporales como si se tratara de un vocabulario universal. La interpretación de los gestos, las expresiones o las miradas depende del contexto y de la cultura, aunque hay códigos que en la mayoría de los países tienen el mismo significado.

Señales que delatan



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Las mujeres sabemos más de lo que creemos. Cuando sentimos que le interesamos a un hombre, le mandamos señales para que sepa que le correspondemos o para que entienda que no nos interesa, a pesar de que no lo hacemos conscientemente.

Cuando alguien nos gusta, nuestro cuerpo reacciona y envía señales que muchas veces son imperceptibles para los demás y que nos hacen vernos «más bellas»:

  • Los músculos se comprimen y se tensan.
  • Nos enderezamos y contraemos el abdomen.
  • Las líneas del rostro se suavizan.
  • Las ojeras tienden a desaparecer.
  • La mirada brilla.
  • La piel se sonroja.
  • El labio inferior se ve más pronunciado.
  • Jugueteamos con el cabello.
  • Puede modificarse nuestro olor o la textura del cabello.
  • No arreglamos la ropa.

Los hombres que se sienten atraídos por una mujer se pasan la mano por pelo, se estiran los calcetines o se arreglan la corbata.

Cuando existe un acercamiento podemos observar que:

  • Se dedican miradas rápidas o prolongadas.
  • Se inclinan hacia la otra persona al hablar.
  • Extienden su brazo o pierna para crear una barrera hacia terceros.
  • Suelen tener los brazos a los lados o apoyados en algo, pero nunca cruzados.
  • Si están sentados, forman un círculo con las piernas y sus pies casi se tocan.

Las mujeres recurrimos al tacto de sustitución, es decir, pasamos los dedos sobre una copa o dibujamos figuras sobre el mantel. Otros indicios de que existe atracción pueden ser:

  • Cruzar la pierna y dejar ver parte del muslo.
  • Apoyar la mano en la cadera.
  • Ladear la cabeza.
  • Sacar el pecho.
  • Acariciar lenta y distraídamente la muñeca.
  • Mostrar la palma de las manos.

En cambio, cuando no sentimos atracción por alguien o nos resulta desagradable, desviamos la mirada y ponemos una barrera ya sea con los brazos o con la posición.

El saludo y la despedida

El saludo existe en todas las culturas, aunque varía la forma. Incluso los animales se saludan como muestra de que no hay intención agresiva.

En la forma de saludar podemos leer:

  • Si trata de buenos amigos, el saludo será más efusivo.
  • Si se inclina la cabeza es señal de sumisión.
  • Si no hay saludo es indicio de una mala relación.

¿Tu pareja y tú comparten un código que indica cuándo es hora de irse? Es muy común que existan señales que entendemos como despedidas entre ellas: inclinarse hacia adelante, reunir nuestras pertenencias o arreglarse la ropa.

Una cara dice más que mil palabras

El rostro refleja nuestro carácter y en ocasiones deja ver nuestras emociones aunque intentemos ocultarlas.

Cuando mentimos nuestros gestos pueden delatarnos:

  • Movimientos nerviosos
  • Pasar la lengua por los labios.
  • Frotarse los ojos.
  • Rascarse.
  • Desviar la mirada.

Hay gestos que se entienden como universales como:

  • Enojo: cuando fruncimos las cejas o los labios.
  • Asombro: cuando abrimos los ojos y la boca en forma de “O”
  • Felicidad: cuando sonreímos placenteramente.

Los que dicen tus ojos

  • Una mirada fija y sostenida puede interpretarse como una amenaza o bien, como señal de interés o atracción.
  • Mirar hacia abajo es signo de sumisión, inseguridad o miedo.
  • En una conversación la mirada puede dar la pauta para hablar.
  • Cuando alguien mira hacia otro lado mientras habla es que no está seguro de lo que dice. Si mira mientras escucha es que está de acuerdo o está poniendo atención. Si mira fijamente al otro mientras habla es que le interesa saber su opinión y está seguro de lo que dice.
  • Se cree que las personas que miran más son más afectuosas o, bien, que buscan afecto.
  • Según algunos estudios, las mujeres miramos más que lo hombres y mantenemos por más tiempo la mirada.
  • Cuando estamos enojadas, evitamos mirar o establecer contacto con los demás.
  • Las pupilas también mandan señales imperceptibles. Cuando algo nos agrada nuestra pupila se dilata.

El poder de las manos

¿Imagínate hablar sin utilizar las manos? Los ademanes comunican más de lo que crees. Las manos nos sirven para describir o señalar objetos, enfatizar o apoyar una idea y medir distancias, entre muchas otras cosas.

Cuando nos quedamos sin palabras, las manos indican lo que estamos por decir. Hay alrededor de 7,000 gestos diferentes que se pueden hacer con las manos, aunque no todos sean significativos o se entiendan igual en todo el mundo.

Tu lugar en el espacio

Aunque pueda sonar absurdo, el espacio también comunica. En un grupo, la posición se define por el lugar que ocupa cada persona, por lo general el líder se coloca a la cabeza.

En una junta o en un salón de clases el espacio determina el grado de participación:

  • Si la mesa o el grupo está en forma de herradura, los que están a las orillas tienden a participar menos.
  • Si están distribuidos en filas, los que se encuentran en las filas centrales suelen participar más.

Otras condiciones que define el lugar que ocupamos son:

  • Competencia: sentados o parados uno frente al otro.
  • Cooperación: uno al lado del otro.
  • Conversación: en alguno recto.

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