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Los niños y las mentiras

“Dile que no estoy” es una excusa ocupada con tu hijo pero que implica el inicio de una conducta indeseable.

Entiéndelo

De acuerdo con una encuesta de Consulta Mitofsky, en México todas las personas decimos alrededor de una mentira diaria y los niños no están exentos, ya que ésta es una habilidad adquirida en el proceso evolutivo.

De 2 a 3 años

En esta etapa, su cerebro se va desarrollado al igual que la imaginación y los cuentos son parte de su capacidad de razonamiento y reflexión. No puede distinguir entre la fantasía y la realidad, y con estas expresiones no hace daño a nadie. Decir la primera mentira puede ser tomada como un logro exitoso porque marcará la independencia de su pensamiento con respecto al de sus padres. Es sano dejar volar sus ideas mágicas mientras disfrute y aprenda con ellas.

Algunas de las representaciones más comunes son:

  • El significado de la palabra “no”. Con ella va comprendiendo los límites entre expresar lo que le gusta y lo que siente
  • El juego simbólico. Actúa situaciones y hace de un objeto común una herramienta más sofisticada, por ejemplo unas cajas de cartón apiladas se pueden convertir en un cohete espacial
  • El amigo imaginario. Será su compañero de diversiones y podrá crear todo una historia a través de él. Escúchalo pero no le permitas utilizarlo con el fin de manipular situaciones o conseguir lo que desea

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De 4 a 5

Empezará a recordar los límites, valores y juicios que le has enseñado, así que tratará de hacer lo correcto para impresionarte y agradarte. Por ende, sus expresiones engañosas serán el recurso estrella para evitar que te enojes con él.

Lo hace por:

Las más dichas

  1. “Yo no fui”
  2. “El bebé lo rompió”
  3. “El perro lo hizo”

Recuerda que tú eres su principal imagen y deberás ser cuidadosa con tus acciones y palabras, ya que puede imitarte a cada momento.

De 6 a 11

Se vuelve una acción predeterminada pues ha adquirido valores sociales y morales, razona y puede identificar lo cierto de lo falso. Mentir ahora tiene una dimensión intencional; incluso existe un cambio en la expresión facial y si eres observadora puedes confrontar y detener a tiempo la situación.

Lo hace por:

  • Buscar atención
  • Pedir ayuda
  • Evitar situaciones difíciles
  • Inseguridad
  • Ser aceptado en un grupo
  • Encubrir algo o alguien
  • Imitar a sus padres

Cómo enfrentarlas

Aunque no debes ignorarlas, tampoco hay que obsesionarse con ellas. Toma en cuenta que tu hijo trata de hacer lo correcto para ti y requiere orientación.

Para ello:

  • Detecta la situación, sin enojarte
  • Con calma y sencillez permítele que te cuente la verdad
  • Explícale la importancia de decir lo que realmente sucedió
  • Aplaude cuando actúe honesta y correctamente
  • Háblale de las consecuencias y los castigos
  • Evita etiquetarlo, de lo contrario se lo creerá y reforzarás esa actitud que no deseas
  • La perseverancia te dará el mejor resultado

Señales de alarma

Los engaños crecen con nosotros y evolucionan a la par de nuestra personalidad. Si la costumbre es persistente y distorsiona por completo el entorno, se convierte en algo patológico y peligroso.

Detéctalo en caso de que notes alguno de los siguientes patrones:

  • Sufre rechazo y está aislado de amigos y familiares
  • Pierde la confianza de los demás
  • No es tomado en serio
  • Desconoce su propia identidad

Aborda este tema teniendo en cuenta la edad y las razones de este comportamiento. Un terapeuta infantil podrá apoyarlos para superarlo.

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