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Las mentiras: ¿eres lo que dices?

La congruencia entre lo que se dice y lo que se siente o se hace, puede tener muchos efectos. Aprender de las palabras te ayudará a crecer y a consolidar el carácter de tus hijos.

por Nora Flores

La mentira es un recurso que aparece en etapas muy tempranas y cuyo uso puede incrementarse o abandonarse dependiendo de las experiencias y la formación de valores. Una pregunta frecuente es ¿a qué edad comenzamos a hacerlo? Fácil: una vez que existe una estructura formal del uso y comprensión del lenguaje. Cuando el niño es pequeño y no habla aún, podemos observar que muchas de sus demandas son casi deletreadas o “adivinadas” por los papás; sin embargo, una vez que depende menos de sus padres para comunicarse, adquiere mayor control sobre sí y es entonces cuando aparecen las famosas “mentiras blancas”.

Mentiras blancas

Al principio, el niño miente como una forma ilusoria de explicar el mundo. También puede utilizarlo para obtener ventajas o beneficios: “ya acabé la sopa, ¿me das postre?”, por supuesto, no tiene la intención de ocultar ni de dañar, piensa que con su respuesta puede expresar su sentir o cambiar la realidad y convertirla en lo que le gustaría que fuera.

Recordemos que en una etapa temprana el niño despliega recursos cognitivos importantes como la imaginación y la creatividad por lo que es absolutamente normal. No obstante, pasados los tres años, comienza el aprendizaje de la mentira aunque para él tiene un valor relativo: miente como un juego.

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“Dile a la señora que no estoy”

Con base en lo anterior, conocemos cómo se establece un propósito abierto para mentir, en voz de un chico: “puedo intentar controlar lo que no me gusta a través de mis palabras”. Algunos ejemplos:

  • “Dile a la señora que no estoy.” ¿Qué tal, papás? ¡Qué difícil es reconocer en la mentira nuestras propias enseñanzas! Para un niño es difícil no mentir cuando en su entorno se ha utilizado este recurso. Es importante que reflexionen acerca de sus acciones cuando las observen en su hijo; pues algo que es absolutamente cierto es que mentir no es genético
  • “Llegarás a la Luna cuando crezcas.” Generar en él deseos de superación y fortalecer su autoestima no es malo; pero no hay que exagerar. ¿No estás abusando u imponiendo, más que apoyar? En muchas ocasiones, las mentiras llevan implícita la respuesta al mensaje oculto de “si no lo logras, no serás digno de mi amor”, por lo que existe la necesidad de ocultar las limitaciones propias: “es que la maestra no me quiere”, “es que el examen era confuso”; lo cual podría traducirse en: “Temo su rechazo si demuestro mis limitaciones”
  • “No me tienen paciencia.” A veces mentimos porque no sabemos manejar la tolerancia a la frustración. El niño también utiliza este mecanismo para justificar sus faltas, por la dificultad de reconocer ante sí mismo sus equivocaciones. Es común entonces que transfieran la responsabilidad de sus faltas y no asuman las consecuencias
  • “Mis papás se adoran y me quieren mucho.” Igualmente puede ser un recurso defensivo para evadir una situación que resulta dolorosa, como el divorcio de los padres o las carencias económicas. En casos de abuso, maltrato o agresión –es decir, situaciones de riesgo–, es utilizada como una forma de sobrevivir emocionalmente a una situación impactante o muy dolorosa

Mentir es consecuencia de muchos factores, mismos que habrán de analizarse en cada caso antes de considerar al niño un mentiroso en potencia o un buen alumno de nuestros ejemplos.

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Mentiras anormales

Aunque parezca contradictorio, sí existen. Cuando el niño ha superado la etapa en la que utiliza la mentira como un juego y recurre a ella para encubrir u ocultar cosas, podemos hablar de la “mentira enfermiza”, conocida como mitomanía. Debes poner atención, si:

  • La utiliza de forma recurrente y en ocasiones exclusiva para explicar los hechos
  • Cree que aquello que ha dicho es real
  • Muestra una clara intención de ocultar o transformar la realidad; es decir, omite situaciones que reconoce como reales pero que no quiere señalar
  • Construye un mundo con base en mentiras y se refugia en él y se aleja cada vez más de la realidad

A través de ejemplos y acciones, el niño aprenderá a vincularse de manera efectiva y a reconocer, sobre todo, que él siempre será lo que salga de su boca.

 

 

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