Le obsesionan las calificaciones y vive en la paranoia de que quizá hizo algo mal, aunque siempre se porta bien. Una de tantas noches te despertará con las manos sudadas, diciendo que tiene frío y que no puede respirar, ¿un infarto?
No, es un ataque de ansiedad. Si bien se dice que los jóvenes son más desinteresados en todo que hace algunas décadas atrás, los que son responsables se preocupan el doble que antes.
Los efectos del estrés no distinguen edad: los jóvenes también padecen de insomnio, pierden o ganan peso y caen en largos períodos depresivos.
El estrés afecta el sistema digestivo, el sistema inmunológico, el sistema nervioso y el sistema cardiovascular.
Si desarrolla frecuentes dolores de cabeza o constantes calambres estomacales, tu hijo puede estarse presionando demasiado.
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Recuérdale que no debe quedarse todo el tiempo despierto hasta tarde estudiando: se ha comprobado que esto afecta las capacidades cognitivas al día siguiente e ínstalo a llevar una alimentación sana, de lo contrario, puede sentir intensa fatiga.
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En el aspecto social
¿Sientes que pasa demasiado tiempo en casa? ¿Es retraído y malhumorado? ¿Parece vivir únicamente para las obligaciones? Estos también podrían ser signos de que está trabajando demasiado. No se trata de que baje la guardia en el aspecto académico, pero procura animarlo a salir con sus amigos –sin caer en excesos– y sugiérele que descanse, viendo la televisión o saliendo a dar un paseo.
Las obligaciones y el entretenimiento deben encontrar un balance en la vida de cada persona, olvida el errado concepto de enaltecer a los adictos al trabajo: en parte, esto es una deficiencia.
Cuando todo lo demás falla
Si tu hijo realmente no puede encontrar este equilibrio, quizá sea tiempo de llevarlo a terapia. Un adolescente en terapia e incluso bajo medicamentos no significa un fracaso como padre, sino todo lo contrario, un interés constante y un cuidado de todos los aspectos de su vida. Sería bueno que tú acudieras también a un par de consultas para pedir consejos sobre cómo lidiar con el problema de tu hijo y qué hacer para ayudarlo.
Es normal que incluso un tiempo después de terapia tu hijo presente poca mejoría y esto puede frustrarte, pero no desquites esa frustración reclamándole que “no hace nada para mejorarse”, pues con esto, le agregas una presión más: el tener que estar “bien”. Recuerda que debes tener paciencia.