Querida yo… después de ser mamá:
Ser mamá en vacaciones es un reto real.
“Mamá: tengo hambre”. “Mamá: ya me aburrí”. “Mamá: mi hermano me esta molestando…”.
Cuando termina el año escolar, empieza el verdadero maratón: tenerlos en casa TODO el día. Buscar cursos de verano, coordinar actividades, pensar qué hacer con ellos, preparar mil snacks… y tratar de que no se aburran tanto ni terminen viendo 4 horas seguidas de pantalla. ¿Y las vacaciones de mamá?
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También hay cosas buenas, no lo vamos a negar.
Una cosa que agradezco de las vacaciones es que nos permiten bajar el ritmo acelerado con el que vivimos el resto del año. No hay tareas, exámenes, fiestas infantiles, partidos de fut ni competencias de baile. Bajan los compromisos… y eso, se siente bien. Así que no todo es malo.
La culpa que (como siempre) aparece.
Una parte de mí quiere disfrutar esta pausa para conectar con mis hijos. Y otra parte… solo quiere un rato de silencio. Y en medio de eso, la culpa: por no hacer suficientes manualidades, por no ser la mamá creativa de Pinterest, por querer tener momentos sola sin interrupciones para poder avanzar en mis cosas.
Lo que sí podemos hacer.
Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir
- No sobrevivir, sino vivir con menos presión.
- Recordar que no necesitamos entretenerlas todo el tiempo
- Soltar la culpa si un día ven pelis todo el día o comen palomitas de cena
- Buscar microespacios para nosotras (aunque sean 15 minutos con un café caliente)
- Entender que el aburrimiento también es bueno para ellos. (Y para nosotras: lo podemos usar como excusa para no planear nada )
Este verano, más que planearlo perfecto, quiero vivirlo lo mejor que pueda. Disfrutar lo bonito, sobrevivir lo caótico y, sobre todo, hacer las paces con que no hay que hacerlo “todo bien”.
Porque las vacaciones escolares no son un descanso para nosotras…
Pero, amiga, sí pueden ser una oportunidad para soltar expectativas, reírnos más y ser una mamá más real… incluso si eso significa esconderme 10 minutos en el baño.