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Resistencia a la insulina en niños: señales que no debes ignorar

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La resistencia a la insulina en niños es cada vez más común. Aprende a detectar sus señales, qué lo causa y cómo puedes prevenirlo desde casa.

resistencia a la insulina en niños
Cuando escuchas «resistencia a la insulina», tal vez piensas en adultos, no en niños. Pero cada vez más niños y niñas tienen este problema, y lo peor es que muchas veces pasa desapercibido. No necesitas volverte experta en salud, pero sí es importante que aprendas a reconocer las señales y que sepas cuando tu hijo necesita una revisión médica.

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¿Qué es exactamente la resistencia a la insulina?

La insulina es una hormona que ayuda a que la glucosa (el azúcar) entre a las células y se use como energía. Cuando el cuerpo deja de responder bien a la insulina, se necesita producir más para lograr el mismo efecto. Eso se llama resistencia a la insulina.

Este desajuste puede terminar afectando el páncreas y provocar que los niveles de glucosa en sangre se eleven. Si no se atiende, puede ser el inicio de problemas más serios, como diabetes tipo 2, hígado graso, colesterol alto y más.

¿Por qué está aumentando en la infancia?

Hay varios factores, pero los principales son el sedentarismo, la mala alimentación y el sobrepeso. Según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en México, uno de cada tres niños entre 5 y 11 años vive con sobrepeso u obesidad. Eso eleva el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina.

Y no es solo por lo que comen, también por lo que no hacen: moverse. Entre las clases en línea, los videojuegos y el exceso de pantallas, el cuerpo se queda sin oportunidad de quemar lo que consume.



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Señales de alerta

  • Aumento de peso, especialmente en el abdomen
  • Cansancio constante, incluso después de dormir bien
  • Hambre frecuente o antojos de azúcar
  • Manchas oscuras en cuello, axilas o codos (acantosis nigricans)
  • Cambios de humor o irritabilidad
  • Dolor de cabeza frecuente

Si notas varias de estas señales, no es para entrar en pánico, pero sí es momento de hablarlo con el pediatra y hacer estudios.

¿Se puede prevenir?

Sí. Y no necesitas una transformación radical. Se trata de pequeños cambios sostenibles:

  • Sirve porciones más pequeñas y balanceadas. No tienes que prohibir los dulces, pero sí regularlos.
  • Apuesta por la actividad física. Puede ser jugar en el parque, andar en bici o incluso bailar en casa.
  • Dales agua simple, evita jugos ni refrescos.
  • Evita los ultraprocesados como cereales azucarados, galletas o nuggets congelados.
  • Prioriza el sueño: un cuerpo cansado tiene más dificultad para procesar la glucosa.

No se trata de ponerlos a dieta estricta ni de contar calorías como si fuera competencia. Se trata de generar hábitos que duren, que sean naturales para tu familia. Puedes empezar con un desayuno más completo, o con menos pantallas por la tarde. Lo importante es ir haciendo cambios y mantenerlos.

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