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La infertilidad no es solo un diagnóstico. Según la especialista en fertilidad Daniela Chinchilla, para muchas mujeres se vive como un duelo invisible, difícil de poner en palabras. La sensación de no tener control sobre su propio proyecto de vida —biológico, emocional y hasta social— es muy fuerte. A veces hay tristeza, a veces culpa… y casi siempre mucho silencio.
Los datos lo confirman: el 40% de las mujeres que enfrentan infertilidad sufren depresión o ansiedad. Es una carga pesada que no se ve, pero que existe. Porque además del desgaste físico, está esa presión que viene de fuera: el “¿y para cuándo?”, el “relájate y verás que pasa”, el “seguro es tu culpa”. Comentarios que, aunque no lo parezcan, duelen más de lo que ayudan.
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¿Por qué está aumentando la infertilidad en México?
De entrada, porque cada vez se retrasa más la decisión de tener hijos. Y con la edad, la probabilidad de lograr un embarazo también baja. El Instituto Ingenes señala que a partir de los 30 años, las posibilidades de concebir disminuyen hasta un 20% cada mes. Además, el 40% de los casos se deben a factores femeninos, como ovario poliquístico, endometriosis o baja reserva ovárica.

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En México hay más de 15 millones de mujeres en edad reproductiva (de 15 a 49 años), y alrededor del 17% vive con algún tipo de infertilidad, según datos del INEGI y Conapo.
Pero este no es solo un tema local: la Organización Mundial de la Salud estima que más de 186 millones de personas y 48 millones de parejas en todo el mundo viven con esta condición. El problema es real y global.
Hay opciones… y también esperanza
La buena noticia es que existen tratamientos. Desde la inseminación artificial hasta la fecundación in vitro (FIV), pasando por medicamentos hormonales o seguimiento natural del ciclo. Chinchilla destaca que el tratamiento correcto, junto con un equipo médico y psicológico que acompañe, puede hacer una diferencia real. No solo en lo físico, también en lo emocional.
Eso sí: el éxito no depende solo del procedimiento. Factores como la calidad del equipo, el seguimiento médico, el tiempo y la claridad en la información son clave. Por eso es importante consultar a especialistas y no dejarse llevar por promesas mágicas.