Lee también: El rol de la genética en niños con TDAH
Según la psicóloga Naomi Holdt, un niño o niña con TDAH puede recibir hasta 20,000 formas de bullying antes de cumplir los 12 años. Y no hablamos solo de insultos, sino de comentarios, correcciones, regaños y comparaciones que terminan lastimando su autoestima.
¿Cómo se ve este tipo de bullying?
- “Otra vez tú…”
- “¿Por qué siempre te olvidas de todo?”
- “¿Cuándo vas a aprender?”
- “Deja de moverte, pareces loco”
- “Tu hermano sí puede, ¿por qué tú no?”
Estos comentarios vienen de padres, maestros, cuidadores, incluso hermanos. Y aunque muchos de ellos creen que están corrigiendo, en realidad están generando un entorno constante de crítica.
Te puede interesar: Cómo fortalecer el autoestima de tus hijos
¿Por qué pasa esto con niños con TDAH?
El TDAH no es una excusa, es una condición neurológica. El cerebro de un niño con TDAH procesa la información de forma distinta, lo que hace que se distraiga fácil, interrumpa, se mueva mucho o tenga problemas para seguir instrucciones.

Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir


Desde fuera, eso puede parecer mala conducta, desobediencia o flojera. Pero no lo hacen a propósito. Están tratando de adaptarse a un mundo que no está diseñado para su forma de pensar.
El problema es que, por cada error o conducta que no encaja, hay una corrección. Y cuando eso se repite todos los días, durante años, se convierte en una forma de bullying silenciosa.
Imagina crecer escuchando constantemente que no das el ancho. Que eres “difícil”. Que todo lo haces mal. Ese tipo de bullying mina la confianza poco a poco, hasta que muchos niños con TDAH desarrollan:
- Baja autoestima
- Ansiedad
- Desmotivación
- Frustración constante
¿Qué puedes hacer tú para romper el ciclo?
- Evita las comparaciones. Cada niño tiene su ritmo.
- Cambia el “otra vez lo hiciste mal” por “¿cómo podemos hacerlo mejor juntos?”
- Reconoce sus logros, por pequeños que sean. Eso construye más que cualquier corrección.
- Pon límites claros, pero con respeto. No se trata de permitir todo, sino de guiar sin herir.
- Busca apoyo profesional. Un diagnóstico claro y acompañamiento pueden ayudarte a entender mejor cómo funciona su mente.
Recuerda: ese niño que parece “difícil” probablemente está luchando el doble solo por encajar. Y tú puedes ser la diferencia entre que viva con culpa o con confianza.