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Avance científico aseguraría que los bebés no padezcan las mismas enfermedades de sus padres

Científicos de varios países corrigieron una enfermedad hereditaria en embriones humanos.

Crédito: Foto: Pixabay

Este miércoles se dio a conocer que un grupo internacional de científicos logró corregir con éxito, por primera vez en la historia, una enfermedad hereditaria en embriones humanos. Todo fue gracias a la técnica CRISPR de edición genética, según ha publicado este miércoles la revista Nature.

Los científicos, de Corea del Sur, China y Estados Unidos, se centraron en quitar la miocardiopatía hipertrófica, una enfermedad del corazón que provoca la muerte súbita en bebés, niños y deportistas.

El equipo de investigadores halló que la principal causa de dicha enfermedad es es una replicación errónea del gen MYBPC3, así que han utilizado la técnica de corta-pega genético para eliminarla por completo.

Para sus experimentos, los expertos trabajaron in vitro con 142 embriones humanos en estados iniciales de desarrollo (oocito, blastocisto) y nunca los llegaron a implantar.

En concreto, emplearon inicialmente 167 óvulos donados por mujeres sanas, de los cuales consiguieron fertilizar 142 con el esperma de un solo donante: un hombre portador de una mutación heterocigótica en el gen MYBPC3.

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Este avance es muy importante ya que aporta una nueva vía, más segura y eficaz, para editar el ADN en la línea germinal humana (desde los óvulos, el esperma y los embriones en sus etapas iniciales) por lo que las modificaciones pueden transmitirse a las siguientes generaciones.

Asimismo, este logro rompe con la idea de que los seres humanos están condenados a las leyes de la herencia genética, pues los genes que se transmitían de generación en generación podrán, como se acaba de comprobar, ser modificados o eliminados.

«La principal contribución de nuestro estudio ha sido desarrollar una estrategia para evitar el mosaicismo y hacer que los efectos fuera del objetivo marcado sean despreciables, gracias a la inyección conjunta del esperma y los componentes de edición genética (en oocitos no fecundados en la denominada fase M)», ha destacado el español Juan Carlos Izpisúa, que pertenece a uno de los equipos que han llevado a cabo el estudio.

Los autores de la investigación, sin embargo, quieren ser prudentes con este enorme descubrimiento: «Todavía quedan muchas cuestiones por resolver antes de su aplicación clínica, como saber si se puede usar la misma técnica para otras mutaciones».

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