La placenta se forma a partir de las células del bebé, se adhiere al útero y se conecta con el cordón umbilical. Por desgracia, existen ciertas anomalías que pueden alterar la composición y forma de la placenta, lo que provoca que el bebé pueda tener un impacto en su formación o desarrollo o hasta que imposibilite a la mujer tener otros embarazos.
La mayor parte de los problemas relacionados con la placenta se presentan en la segunda mitad del embarazo y los más comunes son: desprendimiento de placenta, placenta previa y placenta accreta.
A continuación te presentamos algunas enfermedades en la placenta que, si las padeces, podrían impedir que te embaraces nuevamente.
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Placenta accreta
La placenta accreta es una adherencia anormal de la placenta y se presenta cuando ésta se fija a demasiada profundidad y con demasiada firmeza en el útero.
Las vellosidades coriónicas se adhieren directamente al músculo uterino en las áreas en que la recubierta uterina está mal desarrollada o ausente.
Como resultado de esta anormalidad de la implantación, la placenta se separa de forma anormal durante el momento del parto y si el médico intenta desprenderla manualmente, se puede producir una hemorragia grave.
Placenta increta
Se produce cuando la adherencia es aún más profunda en la pared uterina, pero no penetra en el músculo uterino.
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Placenta percreta
Ocurre cuando se adhiere al útero y alcanza otros órganos como la vejiga, sin embargo, este transtorno es el menos común.
Placenta previa
Es una complicación del embarazo que se presenta cuando la placenta se implanta total o parcialmente en la parte inferior del útero, cuando crece sobre el cérvix o cerca de él, obstruyendo el orificio cervical hacia la vagina.
Se diagnostica generalmente en el segundo y tercer trimestre del embarazo y es una de las principales causas de hemorragia antes del parto. Esta condición puede ser un grave peligro tanto para la mamá como para el bebé, ya que puede obstruir su salida.
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¿Por qué podrían provocar infertilidad?
Estas condiciones pueden llevar a la infertilidad por dos razones.
A veces, la extirpación del útero (histerectomía) en el momento del parto resulta necesaria para salvar la vida de la madre, aunque pueden utilizarse otros procedimientos quirúrgicos para salvarla.
Y otra razón es que, aunque el útero pueda salvarse, pueden quedarle cicatrices significativas, al punto de no poder llevar adelante la concepción.
En cualquiera de estos casos es muy importante que platiques con tu ginecólogo para tomar la decisión que más te convenga, sobre todo si deseas tener más hijos.
Su diagnóstico temprano es clave para que no sea demasiado riesgosa y se detecta a través de un ultrasonido.