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Si en un momento de honestidad te das cuenta de que la felicidad laborar es un viejo cuento, comienza por encontrar estas señales de que debes cambiar de trabajo:
Todo lo ves como una tortura: No importa qué día es, si presentarás el proyecto de tu vida o habrá un convivio con los demás y aún así no encuentras la satisfacción.
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Tu humor va en declive: Nunca estás de buenas y cada detalle relacionado con la oficina saca lo peor de ti en segundos; por si fuera poco, tu familia y amigos se preguntan qué suerte les tocará hoy cuando convivas con ellos, ya que te has vuelto impredecible y explosiva.
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
Descuidas tu arreglo personal: Tu aspecto físico ha dejado de preocuparte; no te interesa combinar tu ropa ni mantenerte en forma, Te metes a la regadera, te pones lo primero que encuentras y es una decisión consciente porque al final «nadie lo va a notar». Recuerda que tu familia siempre querrá verte bien.
Vives otra realidad: Todo el tiempo fantaseas sobre cómo será el día que renuncies; no sabes si será para irte a un mejor lugar o gozar tus ahorros, pero imaginas una y otra vez cómo le gritarás al directivo, azotarás la puerta y saldrás corriendo.
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Para ti siempre hay un mañana: El tedio es tanto que a veces no contestas el teléfono ni los correos electrónicos. Tampoco te apresuras en hacer tus labores ni sientes emoción mientras las realizas; es más, empleas tu mente en encontrar formas para no efectuarlas y salir victoriosa.
Si te identificaste con una o más de estas situaciones, debes enfrentar la realidad por más difícil que sea, porque esto ocasiona incertidumbre. Además, antes de tomar una decisión debes preguntarte lo siguiente para no cometer un gran error al cambiar de trabajo.
- ¿Qué e slo que más te frustra?
- ¿Cuál será tu plan tras presentar tu carta de renuncia?
- ¿Tienes dinero suficiente ahorrado? ¿Para cuántos meses te alcanza?
- ¿Esta decisión te hará feliz?
- ¿Hay opciones que puedas probar antes de renunciar?