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Así están dañando tus heridas a tus hijos

Aura Medina nos explica cómo estamos dañando a nuestros hijos, a través de nuestras propias heridas sin sanar.

No sé si se han dado cuenta que la visión que tenemos sobre la forma en que estamos criando a nuestros hijos, está muy relacionada con las heridas de la infancia que venimos acarreando y que no hemos curado.

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Muchas veces estamos tan sumidos en la idea de que tenemos la verdad absoluta, que no identificamos que estamos de dejando en nuestros críos, heridas de desconfianza, vergüenza; miedo y colapso; rechazo y abandono.

Para identificar qué heridas traemos acarreando y cómo está afectando a nuestros hijos, viene Aura Medina.

“La infección”

Así, como infección es la forma en que los hijos internalizan, toman los traumas y heridas no resueltas de sus padres. Tomamos sus miedos, su negatividad, su vergüenza y esto lo vemos cuando empezamos a explorarlos en el trabajo terapéutico, asociándolos directamente con alguno de nuestros cuidadores primarios.

Estas infecciones transmitidas de generación a generación pueden ser muy difíciles de detectar porque se convierten en parte de quien las recibe, el niño, la niña se identifican totalmente con ellas y crecen pensando que son parte natural de su personalidad.

Los niños tienen una necesidad tan grande, la cual es normal, no inventada, de recibir el amor, apoyo y aprobación de sus padres que literalmente se funden con ellos a través de tomar como suyas los comportamientos y creencias que componen “la infección”.



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• Por ejemplo, alguien cuyo padre fue alcohólico, puede encontrarse a sí mismo teniendo fuertes e inexplicables tendencias adictivas, sobre todo en situaciones de estrés.
• Otra persona que creció en un ambiente estrictamente religioso, severamente enjuiciador y represivo, tiende a crecer adoptando una rigidez similar y la misma tendencia a juzgar a otros.
• Una chica cuya madre era depresiva y suicida descubre que ella está inexplicablemente atormentada por una depresión similar.
• Un chico cuyo padre pasaba de un trabajo a otro sin nunca realizar su potencial creativo, puede encontrarse a sí mismo plagado de dudas acerca de sus habilidades.
• Un niño cuyos padres son muy temerosos respecto a la salud y siempre estrechos en la parte del dinero, desarrolla miedos similares.

ENTENDIENDO LOS ESTADOS HERIDOS DE LA NIÑA O EL NIÑO

De esta manera, como infección, los padres transmitimos a nuestros hijos nuestras propias heridas:

1.Desconfianza

Cuando los niños están acostumbrados a ser lastimados, abusados, incomprendidos, presionados, controlados, crecen pensando que todas las personas van a tratarlos de esta misma manera. Estos niños crecen pensando que el mundo es un lugar hostil, sin amor, sin apoyo. Y viven reaccionando y creyendo que su reacción es justificada.

La energía asociada con esta creencia es de aislamiento y separación. Se amurallan y no se permiten crear vínculos. Pueden fácilmente volverse personas cínicas y con mucho juicio. Creen firmemente que lo que más temen que pase, pasará y desde estas creencias crean justo eso que más temen.

2.Vergüenza

Padres que han sido avergonzados, utilizarán esta misma forma de educación. Creando en sus hijos un sentimiento de deficiencia y no ser suficientes. Los hijos crecerán convencidos que son seres sin valor, indignos de amor, casi como si fuesen un error.
Estas personas crecen colapsándose y juzgándose continuamente.

Esta “infección” causa una gran desconexión con los dones y habilidades del ser esencial. Se pierde el contacto y la confianza en los sentimientos, pensamientos, intuición, acciones y sueños. En vez de esto, esa persona se pierde fácilmente auto humillándose, auto exigiéndose, volviéndose una persona que siempre intenta complacer a los demás o viven compensando o negando esta sensación interna. La vergüenza es uno de los pilares principales de las personalidades adictivas. Esto lo hacen para aligerar el dolor de la vergüenza.

3.Miedo y Shock

Para un niño, niña, cualquier forma de presión, invasión a sus límites, expectativas altas, críticas, mensajes ambiguos, amenazas, violencia, o incertidumbre causa que el sistema nervioso se llene de miedo, literalmente se apague dejando de funcionar correctamente.

Nuestro sistema nervioso está diseñado para responder a las amenazas ya sea peleando o huyendo, pero los nios no pueden responder de ninguna de estas formas. Lo que sucede es que el sistema nervioso se congela y la conciencia se disocía (Peter Levine – Despertando al Tigre Waking the Tiger). Y hoy, ya de adultos, el más mínimo detonante de un trauma temprano puede hacer que la persona entre en “shock”. Aún si pareciera que por fuera un@ puede funcionar.

4.Abandono y Rechazo

Los niños que experimentan abandono y rechazos en sus primeros años ( falta de vínculo real y profundo con la madre, negligencia de los padres) llevan dentro de si la experiencia de sentirse siempre rechazados, creyendo firmemente (casi siempre de forma inconsciente) que se lo merece. Basta una mínima provocación externa – real o no – para que esta herida se detone y una vez que así pasa, el niño, niña, siente el rechazo muy profundamente, se siente no querido. Varía en cada persona pero generalmente se siente como un profundo vacío en el plexo solar, ansiedad, miedo.

Los niños que experimentan esto, crecen tratando de no sentir este sentimiento tan devastador, cubriéndolo de celos y posesividad, asilamiento y negación, alejando a las personas desde el miedo de ser rechazados, creando eternos dramas en sus relaciones.

LAS DOS GRANDES HERIDAS DE INFANCIA

• La autoconfianza, el autoconocimiento y el auto amor solo pueden ser enseñados a los hijos si los padres poseen estas cualidades. Y de hecho para poder transmitir estas sensaciones los padres deben crear un vínculo equilibrado y de compromiso con sus hijos.

• Desgraciadamente la mayoría de las familias, son familias extremas, dadas las heridas no resueltas de los padres. O sobreprotegen a los hijos o los ignoran en sus necesidades más básicas.

• Aunque estos estilos parecen diferentes, los efectos en los hijos son similares: la autoimagen de la criatura se distorsiona y se llena de sentimientos de inseguridad.

Padres negligentes y padres engullidores

• Padres que ignoran o descuidan a sus hijos no les proporcionan el vínculo, guía, limites, apoyo emocional o empatía que ellos necesitan. Constantemente ignoran, niegan las emociones de los hijos Es muy posible que este padre o madre traiga en sí la herida de engullimiento y desde el intento infantil de dar un poco más de libertad a su hijo, cae en el extremo de darle demasiado espacio cuando lo que ese niño necesita es la cercanía y la seguridad de padres presentes y amorosos.

• Ignorar a los hijos crea una grieta emocional muy profunda en su vida y esta puede no detectarse por años, pero siempre afectará la forma de ver y vivir sus vidas, especialmente si el abuso o negligencia son mayores.

• Cuando un padre o ambos son engullidores, controladores, sobreprotectores casi siempre actúan desde su propia herida de abandono, creyendo que de esta forma no repetirán la historia que ellos vivieron con sus propios padres, que seguramente ignoraron sus necesidades de vínculo, seguridad, aprobación, etc. (un@ o ambos) y ahora intentan compensar esto con sus hijos, pero desde su ignorancia o inconsciencia lo que hacen es intentar dominar, controlar cada aspecto de los hijos. Esto causa que los pequeños no tengan espacio para crecer y desarrollar su proceso de individuación, encontrar su propia voz, su propia forma y acaban convirtiéndose en una extensión del padre o madre engullidor.

• Acostumbrados a que sus padres decidan y piensen por ellos, los hijos crecen con una gran dificultad de crear una vida adulta auténtica y sana.

Como padres necesitamos trabajar en descubrir nuestras propias infecciones, heridas, examinar nuestros patrones y /o creencias negativas y trabajar en lo que no traemos consciente para no volcarlo en nuestros hijos.

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