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¿Qué hacer cuando los hijos no se van de casa?

Vidal Schmill te explica qué hacer cuando los hijos no se van de casa, además de entender cuándo es la edad ideal para que dejen el nido.

¿Cuántos de ustedes siguen viviendo con sus padres? O ¿Cuántos tienen a un hijo que ya superó los 23 y sigue viviendo en su casa? ¿Hasta qué punto esto es normal? Para descubrir todo sobre el tema, invité a Vidal Schmill para que nos explique todos los detalles.

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En una investigación especial (2019) sobre la generación millennial en México realizada por la casa encuestadora De las Heras Demotecnia, se encontró que el 47% de los millennials mexicanos actualmente se dedica a estudiar, y de este universo, el 75% aún recibe el apoyo de sus padres o familia para cubrir sus gastos escolares.

De hecho, 63% de los encuestados mencionaron que aún viven con sus padres, lo que no le incomoda a cuatro de cada 10 encuestados.

Para empezar, creo que una pregunta muy importante que debemos responder es ¿Cuál es la edad perfecta para que los hijos se vayan de casa sus padres? Porque a ver, en otros países, ¿a qué edad se están saliendo los críos?

Según la Eurostat, la edad cambia dependiendo el país europeo, pero para que se den una idea:

-Suecia 17 años (el país donde se van más jóvenes)
-Luxemburgo 20 años
-Dinamarca y Finlandia 21 años
-Estonia 22 años
-Francia, Alemania y Países Bajos 23 años
-Bélgica 25 años
-El PROMEDIO de edad está a los 26 años
-Los países en los que se van a edades más avanzadas están:
-Croacia 32 años
-Eslovaquia 31
-Italia y Bulgaria 30
-Malta y España 29



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Vivir con los padres siendo adulto no es malo en sí mismo, lo malo es tener un estilo de vida parasitario.

Duele cuando los hijos se van, pero duele más cuando te los regresan… y más si nunca se fueron.

Padres que hacen de más conducen a que sus hijos hagan menos.

Antes de ayudar a tus hijos respóndete:

¿Realmente es útil hacer por tus hijos lo que ellos deben hacer por sí mismos?
Al ayudarlos ¿le estás mostrando a tus hijos como funciona la vida?
¿Cuál es tu razón para ayudarlos? ¿lo haces para ti misma?
¿Lo haces porque estás cansada, culpable o porque no quieres pleitos?

Cuatro pasos para restaurar la paz con tus hijos adultos en casa:

-Establece con claridad tiempos límite y expectativas con ellos(as)
-¿Quieres que viva por su cuenta a cierta edad o cuando tenga un trabajo?
-¿Esperas que él o ella contribuya con los gastos de la casa mientras vive contigo? Y si es así ¿con cuánto al mes?
-¿Tendrá que realizar tareas domésticas o con lo que pague se puede contratar a alguien que ayude con dichas tareas?

No te sientas culpable por hablar de esto. Mantén la calma y establece límites razonables.

-No culpes, ni te culpes.
-Las culpas lo único que producen es estrés y mantiene viva la ansiedad. Sólo establece los límites y responsabilidades con claridad y apéguense a ellos.

-Sé un coach, no su administrador(a).
-Apóyalos para orientarlos o guiarlos para que logren sus metas, pero no lo dirijas o administres. No fomentes la “inutilidad aprendida”

Déjalos ir

Prepárate para dejar ir a tus hijos(as). Hay un momento en el que debes confiar en lo que hiciste y soltarlos.

Educar tiene como meta que tus hijos sean aptos para vivir su vida SIN ti. Van a vivir más años sin ti que contigo. La meta no es que te abandonen, sino que no te necesiten para vivir su propia vida de manera autónoma y constructiva.

Cuidado cuando no les das responsabilidades domésticas cotidianas. Si reduces sus responsabilidades ¿cuándo ejercitará y desarrollará su responsabilidad personal?

Mira a tus hijos adultos que viven en tu casa como invitados temporales, no como eternos niños.
Incluso si se fueron un tiempo y regresaron, convierte su antiguo cuarto en cuarto de huéspedes y diles que es eso, que no es su cuarto. Que podrá estar allí sin problema, mientras siga las reglas de la casa y cumpla los acuerdos.

Cuidado cuando no le permites tomar pequeñas decisiones en un principio y cada vez más decisiones. Siempre esperará que tú las tomes por él o ella (qué comer, qué vestir, cómo decorar, qué estudiar, qué pareja tener, etcétera.)

Cuidado cuando los tratas como niños siendo adolescentes y como adolescentes siendo jóvenes adultos. Desubicación total respecto a su edad respecto a sus responsabilidades (permisos, obligaciones, horarios, tareas, etcétera)

Haz que realicen tareas de adultos, como:

Lavar su ropa de principio a fin.
Preparar un desayuno, comida completa y cena.
Lavar platos y acomodarlos.
Hacer un súper completo.
Hacer compras, cargar gasolina, etcétera.

Haz que aprendan a interactuar con adultos. No sólo con familiares. Que pidan informes, que hagan un pedido de comida, que en una tienda interactúen por su cuenta para pedir lo que necesitan. Sé paciente.

Deja de darles dinero o una tarjeta que tú pagas. Deja de pagarles sus gastos personales. Ropa, cortes de pelo, teléfono, internet, ropa del centro comercial, cines, antros, alcohol, cigarros. Deja de pagarlo y verás que aprenderá a distinguir entre necesidades y deseos. Y procurará trabajar para tener su propio dinero.

Cuidado cuando pagas cosas que le corresponde pagar al joven adulto y no se las cobras o no intentas restablecer el equilibrio o la equidad. Si pagas, ellos nunca lo intentarán.

Cuidado cuando tu proyecto de vida inicia, continua y termina con tus hijos. La falta de intereses más allá de los hijos te atará a ellos e intentarás atarlos a ti. Hay edades que pueden ser prioritarios, pero hay otras donde no deben serlo.
¿Cuánto es suficiente para darles y por cuánto tiempo?

Cuidado cuando le permites que renuncie fácilmente a algo difícil y tú lo cuidas “hasta que pueda” y lo defiendes del mundo exterior. Ya no lo va a intentar ¿para qué?

Cuidado cuando aceptas regresos a casa sin condiciones. Si regresa solo(a) o con hijos(as) en ambos casos el regreso es temporal y con condiciones de convivencia y pago. Pon fechas límites para que se muden y que se cumplan.

Presenten un frente común tu pareja y tú. De otra forma no habrá forma de resolver el tema.

El resultado deseable de la educación: que tus hijos sean aptos para vivir su propia vida… sin ti.

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