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Sexo de papás: ¡sigue las reglas!

No huyan a los lugares más escondidos de la casa, esta guía les será muy útil.

La situación no puede ser más perfecta: tu marido y tú tienen el ánimo hasta el tope, empiezan con un beso por aquí, una caricia por allá, la ropa sale volando y de pronto ¡tu hijo entra sin tocar! ¿Qué hacer? Ponerle seguro a la puerta es un buen comienzo, pero aquí te daremos más consejos para que puedas seguir disfrutando tu vida sexual, incluso si un pequeño intruso merodea tu habitación.

Tal vez le hayas dicho a tu pareja “acuéstalo y te veo en el baño” o “no grites que nos va a oír”. Si es tu caso, ¡no te preocupes! Muchos padres han pasado por lo mismo y en algún momento de la vida marital nos hemos tenido que enfrentar a situaciones embarazosas. El reto es salir con la frente en alto sin afectar a los niños. Pero ¿cómo aclararle lo que vio y lograr esa intimidad tan necesaria en tu relación de pareja? Aquí te lo vamos a decir.

Honestidad ante todo
Está prohibido sentirte culpable; al contrario, tómalo como lo que es: una expresión natural del amor que mamá y papá se tienen. Lo primero es explicarle sin detalles y responder con sencillez a todas las preguntas que te hará. Prueba con esto:

• «Mi cielo, ¿nos das un minuto? Papá y yo estamos en un momento privado». Pídele (sin gritar ni enojarte) que vaya a su recámara. En cuanto recobres la compostura ve con él
• «Por lo regular cerramos con llave porque es algo que se hace en la intimidad, pero hoy se nos olvidó». Dependiendo de lo que responda pregúntale: «¿Necesitas que vaya contigo un rato?». Si lo ves asustado o preocupado por lo que vio no lo reprendas; abrázalo y explícale con palabras que él comprenda. Si lo notas distraído y no te hace cuestionamientos, es muy probable que no haya alcanzado a ver nada

Lánzate a la aventura
Cama… para tres
Aunque muchos expertos coinciden en que puede ser angustiante que los hijos se expongan directamente a escenas sexuales, lo cierto es que todo depende de la edad, pues un bebé no se dará cuenta de lo que pasa. De hecho, hasta que entran en la segunda infancia ( que va de los siete a los nueve años) es que adquieren conciencia sexual.

¡Sal a jugar!
Clásico: tu hijo de tres años está muy entretenido jugando en su recámara, por lo que tú y tu pareja quieren aprovechar… hasta que escuchan un grito de consternación detrás de ustedes. De acuerdo con Michele Borba, autora de The Big Book of Parenting Solutions, “en esta situación él puede sentir miedo, sobre todo cerca de los dos años de edad. Lo que para ti es un momento de gozo, él puede verlo como que te están lastimando”. Para solucionarlo ponlo en su corral y déjense llevar por la adrenalina de un encuentro rápido. Es más, no tienen que quitarse por completo la ropa, pueden recargarse en el balcón, la ventana o la misma puerta.



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“Mami, tuve una pesadilla”
Ya están bajo las cobijas y haciendo malabares para no despertarlo, cuando de repente sientes una presencia que te dice que tuvo un mal sueño y que viene a quedarse en su cama.
En ese mismo instante ¡detente! “Los adultos no deben tener relaciones sexuales delante de ellos”, detalla Amy Lang, maestra de salud sexual en adolescentes y adultos. ¿Qué hacer? Tranquilízalo y ayúdalo a que duerma de nuevo. Una vez que lo logre, llévalo de regreso a su cuarto y retoma lo que dejaste pendiente.

En sus marcas, listos… ¡fuera!
Ahora sí nada puede salir mal: después de atender al niño, entras a tu habitación y tu pareja está esperándote, el entusiasmo se hace presente y cuando intentan cambiar de posición ¡sorpresa!, él está en la puerta con una expresión de asombro.

Aunque te sientas preocupada, según Borba, “a los cinco años aún no entienden qué es el sexo, por lo que es probable que interpreten lo que vieron de una manera muy diferente. Él puede pensar: ‘¿Por qué papá está jugando en la cama con mamá?’”. Llévalo de regreso a su cuarto y quédate con él hasta que se duerma.

“Duérmete, niño, duérmete ya…”
Si crees que lo ideal es hacerlo cuando tome su siesta, ¡adelante! Asegúrate de que ya se haya dormido y planea un encuentro rápido en el baño. Por esta vez no se centren en las caricias preliminares y vaya directamente al grano: suele pasar que los descansos de tu bebé duren menos de lo que planeas.

¡Al agua patos!
Otro encuentro ideal es aprovechar que tu esposo se esté bañando. Sorpréndelo en la ducha y si te pone de nervios pensar en el ruido que hagan, piensa que el agua corriendo es un buen cómplice. Deja la puerta entreabierta sólo si estás segura de que nadie va a entrar. Si de repente los ve desnudos, no hay nada más natural que decirle que se estaban bañando juntos, al fin y al cabo nadie se baña con la ropa puesta ¿o sí?

Adiós interrupciones
Si lo que quieres es tener total libertad para poder disfrutar de una buena relación sexual, lo ideal es enseñarle sobre la privacidad. Para eso predica con el ejemplo: siempre toca la puerta de una habitación, no entres al baño cuando esté ocupado y pregunta antes si puedes pasar; así él aprenderá que cuando la puerta está cerrada tiene que tocar y esperar una respuesta.

Haz lo básico: pon el cerrojo y trata de aprovechar sus horas de sueño. Aparte un poco de música no les vendría nada mal para evitar que se escuche “la fiesta” de tu cuarto. Aunque si nada de esto funciona y tu hijo te cacha (no importando la edad que tenga), echa mano de tu sentido del humor y de una aclaración natural y honesta.

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