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Mis hij@s sí ven televisión

Sí, la tele es mi gran aliada en casa, pero no la nana ni la encargada de la crianza o de los modelos a seguir.

Por Mamá al cubo

Hasta hace no mucho tiempo tenía en casa tres criaturas de menos de seis años. Para poder terminar con ciertas rutinas era necesario que concentraran su atención en algo que no fuera su mamá por cinco minutos mínimo. Es increíble cuántas cosas podemos hacer las mamás en tan poco tiempo.

Pero comencemos por el principio. Cuando mi hijo mayor tenía casi un año, intenté ponerle una película infantil: el crío jamás había visto ningún programa de televisión, así que la película le dio lo mismo: él jugaba con sus peluches en la cama.

Hasta que conoció a los Backyardigans comenzó a engancharse por ahí de los casi dos años, pero lo que más le gustaba eran dos películas, la Era del Hielo y Madgascar; podía verlas una y otra y otra vez. Yo de plano ya me reía por adelantado unos segundos previos a las escenas, obvio me sabía los diálogos de memoria y hasta los momentos en que mi niño soltaría la carcajada.

En esa época era muy fácil para mi el tema “televisión o no televisión” porque básicamente yo decidía el tiempo y la programación. Gracias a esto, los primeros años mi hijo sólo vio el canal a infantil de la BBC, CBeebies. Hasta la fecha sigo encantada con esos programas de televisión pública inglesa.

Conforme fue creciendo, pasamos a Discovery Kids y ahí nos estacionamos varios años hasta que nació su hermana Paula; entonces para mi resultó imposible evitar que la niña conociera tan pequeña la TV. Sin embargo, me parecía que aunque eran programas para nenes y no para bebés, no resultaban dañinos, lo más era que quizá no entendía todo. Así me la campechaneaba entre CBeebies y Discovery, hasta que ella descubrió Baby TV y le gustaron programas de vocabulario o de bebés que juegan y bailan.



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Pero tener tres criaturas y encontrar el equilibrio perfecto es casi imposible. Victoria, la bebé de la casa, desde la panza escuchaba las canciones o cortinillas de los programas favoritos de sus hermanos. Por esos tiempos fue que mi niño comenzó a ver otros canales más para “grandes” como Cartoon Jr y las caricaturas de Lego.

Hay gente que cree que porque no le doy leche de vaca a mis hijos o porque no comemos cereales comerciales tampoco les dejaría ver televisión. Lo siento, pero me da mucha risa que crean que soy una radical cuando soy la más fresa en muchas cosas. Uno de mis lemas principales en ciertos aspectos es “Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre”; también hay asuntos en los que me parece que es indispensable poner límites muy claros.

Entonces mis hijos sí ven televisión, pero tienen claro que hay cosas que no pueden ver: el mayor sabe que los canales para niños grandes o adolescentes están prohibidos, sí, prohibidos. Siempre le he explicado los motivos: “Son programas pensados para chicos más grandes que tú”, punto.

Claro que están esos programas que independientemente de la edad, también están prohibidos por el contenido que no le aporta, ni enseña, ni le deja una experiencia agradable; como esos en los que los adolescentes se insultan y se burlan. Ya saben, la típica chica popular, la nerd y así mil etiquetas con las que yo me peleo a diario. Hay un programa que me causaba mucha curiosidad: La CQ. Un día me senté con él a ver una parte y dije: “Lo siento pero no, aunque sepas que es solo televisión, al rato de tanto verlo vas a creer que está bien; ni es para tu edad y aunque sólo sea un programa y los protagonistas digan que eso no se hacen en la vida real, no te deja nada bueno estar viendo agresiones y burlas”.

Sí, la tele es mi gran aliada en casa, pero no la nana ni la encargada de la crianza o de los modelos a seguir. Por el contrario, siempre la pongo a mi favor: cuando el mayor me pregunta qué es lealtad o mejor aún, el tema de las consecuencias, le recuerdo que en cierto capítulo de alguna caricatura cuando el protagonista hizo algo indebido y hubo una consecuencia.

Con la nena de tres también me funciona sobre todo en temas de valores como el respeto a los demás, compartir juguetes y cosas así. A veces resulta muy difícil explicar a los chicos conceptos abstractos, pero si les recuerdo sus caricaturas me agarran la onda en automático y eso me facilita tantas cosas que no acabaría nunca de escribirles los ejemplos.

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Alguna vez escuché decir a alguien “Yo les prendo la tele y me desconecto”. Yo hago todo lo contrario, prenden la tele y prendo mis antenas: escucho, observo sus reacciones y si veo que están impactados o incluso, conmovidos por algo, dejo lo que sea que esté haciendo, me siento, les explico, los abrazo y hasta que se calman o entienden la situación continúo con mis asuntos.

Desde los primeros momentos con mi hijo mayor siempre estuve al lado de él viendo la tele; no siempre me puedo sentar literalmente a verla, pero si tengo que estar en la cocina pongo la tele en la sala y si es la hora del baño, en el cuarto; aunque pareciera que no pongo atención ya hasta me doy cuenta cuando los capítulos comienzan a repetirse y entonces apago la tele. ¿Cuándo dejo de ponerles atención? Nunca, pero sí me relajo cuando agarran sus libros y comienzan a dibujar o leer, ya que sólo toman los que son de ellos y para ellos. Más adelante será otro tema.

Cinco tips para usar la caricaturas a tu favor

  • Siéntate a ver la televisión con ellos, pero ¡a verla de verdad!
  • Vean programas adecuados a su edad
  • Platica sobre el episodio o al terminar, pregúntales si les gustó el capitulo, qué piensan de lo que hizo el protagonista y qué hubiera hecho el/ella en ese caso. Aunque sean pequeños, puedes hacer preguntas sencillas y sabrás si le entendieron o si les gustó.
  • Cuando estén viendo el programa observa cómo reaccionan, si se ponen serios, si se enojan, (mis hij@s, a veces lloran con ciertas cosas que les pasan algunos protagonistas) y en cuanto haya un comercial trata de que desahoguen esa emoción
  • Muestra interés por sus gustos. Puede ser “Me gusta mucho ese capítulo por tal cosa” o “Me gustó cuando fulanita hizo esto” o “No me gusta que el personaje se haya burlado de su amigo”. A veces ésta es la mejor manera de que ellos comiencen a hablar sobre el tema en lugar de hacerles preguntas

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