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Para niñas, ¿y los niños?

¿Qué pasa cuando un niño de verdad quiere jugar con una muñeca? Mamá al cubo te cuenta.

Cuando doy clases de cuidados del recién nacido y baño del bebé, una de las cosas que más risas provocan en las parejas que asisten es que los hombres no saben cargar ni siquiera un muñeco.

Después de las risas, siempre les preguntó a las y los presentes ¿qué acostumbran a regalarle a una niña en sus cumpleaños? Luego, ¿qué acostumbran a regalarle a un niño en sus cumpleaños? ¡Exacto! Es entonces cuando los niños se convierten en hombres y luego en papás, y resulta que jamás en su vida han cargado ni arrullado a una muñeca o un Nenuco.

El asunto con las etiquetas “para niña, “para niño en los juguetes es mucho más profundo que sólo darle un objeto. Entre otras cosas, vamos marcando diferencias que lejos de sumar, restan; pero sobre todo afectan a nuestros hijos e hijas.

Por ejemplo, mi hijo es súper, súper fan de dos caricaturas en particular catalogadas como “para niñas. Se sabe las canciones y hasta me pide que los fines de semana que van a transmitir algún especial nos quedemos en casa para que la pueda ver. Eso sí, que nadie se entere de que las ve; por nadie entiéndase sus amigos de la escuela, los niños.

Más allá de las pláticas que tenemos sobre el tema, de las explicaciones y los ejemplos que le puedo poner, está también un tema de pertenencia: mi niño de casi ocho años está construyendo una imagen de sí mismo que quiere ser parte de un grupo, que necesita saber que hay otros como él y que quizás sí hay más varones a los que les gusten caricaturas etiquetadas para niñas pero no lo dicen. Por esta razón él prefiere omitir esa parte de su vida en público para no ser rechazado, o peor aún, que le digan que le gustan las cosas de las niñas.

Por supuesto que los otros chicos sólo replican lo que aprenden, escuchan y ven. No es un tema de si son buenos o malos, simplemente eso es lo que les han dicho.



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En contraparte a esto, es mi hija de casi cuatro años que fanática del Capitán América, tanto que el ciclo pasado escolar fue a todas las fiestas vestida con el disfraz de su hermano mayor. Al llegar a todo el mundo le parecía una maravilla que ella defendiera ese gusto y una estrellita a la mamá que la dejaba vestirse como la nena quisiera. De hecho mi hija llega a pedir caricaturas de Lego que conoció gracias a su hermano y va por la vida diciendo “Hulk, aplasta” sin que a nadie se le mueva ni una pestaña.

Y después de darle muchas vueltas, llego a la conclusión de que socialmente hemos aceptado, incluso reivindicamos que las mujeres adopten ropa, gustos, accesorios pensados originalmente para los hombres. Entonces sí aplicamos el discurso de la igualdad y la equidad, lo celebramos y nos enorgullecemos. Pero ¿cuál sería la reacción de la mayoría si un niño llegara vestido de princesa a una fiesta? o ¿si un niño de más de seis años pidiera su fiesta de un tema femenino tipo “My Little Pony”? Estoy segura que más de uno diría en susurros, “¿no será gay el niñito?” Porque claro que en el discurso somos bien políticamente correctos, pero si una niña llega disfrazada de Capitán América o del Hombre Araña o de Iron Man, a nadie le cruza la cabeza pensar “será lesbiana”.

Estos son algunos de los problemas que provocan las etiquetas “para niñas”, “para niños” ya sea en las caricaturas o en los juguetes, porque también mi hijo me ha pedido muñecas bajo la condición de no le diga a nadie que lo pidió.

No importa cuánto me esfuerce en decirle que los colores son para todos, que el azul lo usan muchas mujeres y que el rosa lo puede usar él cuando quiera, que está bien que le guste, que es un lindo color. Mientras afuera la sociedad ponga etiquetas tan fuertes cómo esas, nuestros hijos e hijas seguirán expuestos a burlas y agresiones que no podemos evitar, aunque nos duela.

Y eso que todavía no llegamos a su adolescencia.

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