Querida yo… después de ser mamá: mandamientos para mamá
Hay días en los que la maternidad se siente como navegar sin brújula. Días en los que el cansancio, la culpa o el caos nos rebasan. Días en los que la exigencia pesa más que el disfrute. En esos momentos —y también en los buenos— es importante recordar que no estamos solas… y que, aunque no existe una guía infalible, hay “mandamientos para mamá” que todas deberíamos tener a la mano.
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De mamá a mamá:
Como no hay un manual para ser mamá, quiero compartirte esta lista de mandamientos que escribí hace unos años. Fue en pleno 2020, estábamos encerrados por la pandemia… y recuerdo que los hice como una especie de “auto-terapia” para sobrellevar mejor esa etapa, que confieso fue durísima con dos niños chiquitos en casa.
Van con todo el amor (y el caos del recuerdo):
1. No juzgarás a otra mamá. Jamás.
Ni por dar pecho, ni por dar fórmula. Ni por trabajar, ni por quedarse en casa. Ni por poner pantallas, ni por evitarlas. Nadie tiene el contexto completo de lo que vive otra. No juzgamos, punto.
2. Serás tu primera prioridad.
Sí, puede sonar egoísta. Pero es lo más generoso que puedes hacer, no solo por ti. (Y sí, ya lo has escuchado mil veces, pero vale repetirlo: cuando tú estás bien, tu familia también lo está).
3. No compararás.
Ni a tus hijos, ni a ti misma. Cada maternidad es un mundo, cada niño tiene su ritmo y, por lo tanto, cada mamá su historia.

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4. Nunca dirás “nunca”.
Te burlaste del arnés para niños y ahora lo tienes en tu carrito de Amazon. Tranquila, porque todas caemos. Karma is real.
5. Bajarás tus expectativas.
La frustración muchas veces nace de las expectativas. Hay días buenos y hay días caóticos. Sin embargo, Ninguno define tu capacidad de amar o de maternar. Y recuerda: no tienes que demostrarle nada a nadie.
6. Harás tribu con otras mamás.
Criar en aislamiento, sin poder reconocer que hay muchas mamás viviendo y sintiendo lo mismo que tú, puede ser solidario y doloroso. Acompañarse, escucharse y compartir es medicina.
7. Pedirás ayuda sin culpa.
No tienes que poder con todo. No tienes que ser todo. No tienes que hacerlo sola.
8. No buscarás ser perfecta.
Buscarás ser coherente, auténtica y el mejor ejemplo posible para tus hijos… sin dejarte a ti en el camino.
9. Validarás tus emociones.
Reír, llorar, gritar, frustrarte, cansarte. Todo se vale. Nada de lo que sientes te hace menos mamá, y nada de lo que sientes te hace débil.
10. Celebrarás tu transformación.
Porque sí: ser mamá te cambia para siempre. Algunas veces te hace cuestionarte hasta tu nombre, pero también te expande. La maternidad es un compromiso de crecimiento personal, y eso vale oro.
Así que ya sabes: la próxima vez que sientas que no das el ancho, que estás fallando o que deberías poder con todo… haz scroll mental a este post y recuérdate lo esencial.
Porque no necesitamos más culpa, necesitamos más autocompasión.
No más presión, sino menos comparación.
Y sobre todo: no más “deber ser”, sino más permiso para ser nosotras. Con valentía, con intuición, con amor y con esa fuerza que ni sabíamos que teníamos.
Así que madre: no eres perfecta, pero eres poderosa.
Y eso, amiga, ya es más que suficiente.