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10 maneras en que tu tipo de crianza podría estar dañando a tu hijo

No eres mejor o peor mamá al elegir un tipo de crianza u otro. Lo importante es conocer los efectos de cada opción y definir si es lo que quieres para tu hijo.

tipo de crianza que daña

Crédito: tipo de crianza que daña

No eres mejor o peor mamá al elegir un tipo de crianza u otro. Lo importante es conocer los efectos de cada opción y definir si es lo que quieres para tu hijo.

¿Dañas a tu bebé sin darte cuenta?

 

¿Eres mamá primeriza? Entonces seguro tu familia, amigas e incluso personas no tan allegadas se han acercado a darte su mejor consejos de crianza:

“No lo cargues mucho para que no se chiquee”, “Déjalo llorar para que fortalezca los pulmones”, “Hazlo taquito para que se quede tranquilo”, etc. 

Piensa que cada mamá tiene una recomendación particular que funcionaba con su o sus hijos, pero esa es justamente la razón de por qué debes evaluarlo: funcionó con SU crío, el tuyo es completamente distinto, único. Desmentimos algunos consejos populares:



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Dejarlo llorar

El tipo de crianza de muchas mamás es respetable pero esta práctica se llega a considerar buena para que fortalezca los pulmones o se haga independiente, pero sea cual sea la justificación que utilicen, es algo que no le da ningún beneficio y, por el contrario, sí puede afectar su desarrollo tanto físico como emocional.

Durante el primer mes de vida, tanto el llanto como la risa, son conductas reflejas; es decir, surgen de forma involuntaria para expresar un estado interno, por lo que el hecho de que tu bebé llore no tiene nada que ver con la intención de manipularte, lo hace simplemente para comunicar lo que siente.

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Cuando haces espejo a lo que crees que está sintiendo (al decirle “estás cansado o tienes mucha hambre”), estás creando una conexión muy particular con tu bebé.

Incluso si no aciertas en lo que está sintiendo, él capta tu esfuerzo por entenderlo y, al mismo tiempo, le estás expresando que sus sentimientos se valen y está bien sentirse enojado, triste o cansado.

De muy pequeño, es difícil descifrar qué le pasa. Sin embargo, si te das la oportunidad de observar y usar tu intuición, podrás aprender “su propio lenguaje”. Poco a poco notarás que ocurre uno u otro tipo de llanto con cierta regularidad e intensidad.

Hacerlo “taquito”

Otro tipo de crianza es la que nos recomiendan que fue útil hace muchos años. Y es que algunas mamás hacen esto con sus hijos para protegerlo de sus propios rasguños y sustos, ya que cuando es recién nacido tiene movimientos repentinos causados por reflejos (como espantarse con sus propias manos).

El primer mes de vida, puedes envolverlo suavemente sólo en momentos en los que no esté alerta y cuando busques calmarlo. De hecho el pediatra Harvey Karp, lo usa como técnica para tranquilizar a un bebé pequeño (cargándolo de lado y haciendo el “sh sh”).

El Instituto de Displasia de Cadera recomienda envolverlo, pero dejando un espacio de
movilidad para las piernas y sin comprimir la cadera. Cuando fuerzas a que las piernas se mantengan estiradas y apretadas se puede llegar a luxar o zafar la cadera, en especial durante los 3 primeros meses de edad.

Si observas a tu bebé durante sus primeros meses, su cuerpo está naturalmente en flexión, sus extremidades están encogidas y orientadas hacia el vientre; por eso no es bueno estirarle las extremidades de manera forzada.

Además, no debes dejar que pase mucho tiempo así ni hacerlo de forma muy ajustada porque impedir su movimiento puede afectar su desarrollo motor.

Esta práctica busca contener al bebé para crearle la sensación de contención que tenía dentro del vientre, pero el porteo es una forma mejor para lograr que sienta esa contención esférica, respetando la flexión de sus piernas y brazos.

 

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Sacudirlo

El tipo de crianza más común es cuando los papás no miden la fuerza con los bebés.

Este es uno de los hábitos más peligrosos para tu bebé porque su cerebro todavía no ha madurado y, con el movimiento excesivo, puede chocar contra el cráneo sufriendo daños irreparables.

De hecho, médicamente, existe el síndrome del bebé zarandeado, el cual describe daños cerebrales causados por este tipo de ajetreo. ¿Cómo?

Esto ocurre porque el tamaño de su cabeza es muy grande con relación al de su cuerpo y los músculos del cuello todavía no maduran. Al zarandear al bebé como maraca, hay una aceleración y desaceleración del cerebro dentro del cráneo y puede estrellarse cuando el movimiento es muy violento. Las consecuencias pueden ser desde problemas en el nervio óptico y retraso mental hasta la muerte. Las etapa más riesgosa es el primer año de edad.

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Mantenerlo entretenido

Existe la creencia de que, como mamá, necesitas entretener al bebé todo el tiempo mientras esté despierto. Como en otros temas, hay buena intención y suelen ser papás muy amorosos quienes lo practican, aunque con el tiempo ellos mismos descubren que su crío se convierte en un niño dependiente incapaz de entretenerse solo.

Los bebés aprenden muy rápido a deslizar el dedo en la pantalla del celular o tablet para llegar a sus juegos preferidos; pero esta práctica no es del todo favorable. De hecho, las Academias Pediátricas Norteamericana y Canadiense, no recomiendan que los bebés y niños pequeños los utilicen con frecuencia. ¿Por qué?

El cerebro de un pequeño está diseñado para construirse en tercera dimensión y en interacciones sociales afectivas “face to face”.

Es cierto que al utilizar cualquier aparato electrónico está generando conexiones que le servirán de trampolín para otros aprendizajes, pero la materia prima es la interacción social cálida.

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Es decir, más que cualquier aprendizaje teórico, su cerebro literalmente se “enciende” en interacciones afectivas con el intercambio de miradas, juegos, besos, pláticas.

Además, tu hijo necesita tener tiempo de ocio, contemplación y de retos físicos. Cuando está ensimismado observando sus manos o su entorno con el rostro relajado e interesado, no necesita que lo entretengas. Él mismo te hará saber cuando necesite experimentar e interactuar. De nuevo, es importante saber “leerlo”.

Abusar de diferentes aparatos

En la actualidad hay miles de herramientas que sirven para transportar a tu bebé y mantenerlo entretenido por horas en diferentes posiciones, esto es adaptable a cualquier tipo de crianza, sin embargo, por muy cómodos que puedan parecer tanto para él como para ti, es importante tener en cuenta los siguientes aspectos:

Con los fulares, las sillas para el coche y carriolas que parecen autos transformers, es indispensable elegir un modelo con un diseño que respete la posición óptima de su cadera.
Revisa que al cargarlo, incluso con rebozo, tu bebé quede con la postura de “M” o ranita; es decir, con las piernas separadas y manteniendo la flexión natural de sus rodillas (llegando casi a la altura de su cintura).

Por otro lado, al elegir la silla para el coche o carriola, evita que sean muy estrechas, ya que estas provocan que sus piernas se estiren de manera forzada y él puede sufrir displasia de cadera. De acuerdo con el Instituto Internacional de Displasia de Cadera, una silla o un porta bebé mal diseñado y en el cual pasa mucho tiempo, puede afectar el desarrollo motor.

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Creer que se adaptará solo

Establecer rutinas es una práctica de crianza que tiene muchos beneficios en tu hijo.
Quizá no lo notes, pero las costumbres del día a día ayudan a que sus horarios biológicos se vayan adaptando al entorno en el que vive y sus ciclos de actividad y reposo puedan regularse.
Cuando fijas horarios para realizar cierta actividad, tu bebé puede establecer un orden interno que le da seguridad de cuándo comerá, descansará o será atendido. Esto, al mismo tiempo, lo ayudará a desarrollar su autoregulación a largo plazo, ya pasará mucho tiempo antes de que esta función del cerebro madure por completo.

Si bien los bebés y niños pequeños se adaptan a los horarios y rutinas de sus papás, es importante que revises tus hábitos. ¿Son predecibles o todo lo realizas de manera improvisada sin ningún orden? Ahora piensa, ¿tu bebé duerme a cierta hora o varía según la forma en que se siente cada día?

Cuando no hay horarios, los niños se agotan, pueden pasar hambre, desarrollan ansiedad y, por supuesto, tienden a perder la regulación y, en consecuencia, tener conductas indeseables como explotar en berrinches.

Si este es tu caso, tranquila. No es tarde para comenzar a crear una rutina que apoye su desarrollo: anota las actividades que tu hijo realiza de forma básica todos los días (comer, jugar, tomar una siesta, el sueño en la noche, el baño, etc) y, para que no se convierta en un cambio drástico en él, empieza con la hora de comida e intenta respetarlo lo más posible; una vez que sea algo constante sigue con la hora de sueño (para que sea más fácil identifica una hora en la que regularmente lo notes cansado); y así poco a poco incorpora las demás actividades, quizá tu hijo ni siquiera lo note.

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El tipo de crianza en la que amenazan a los niños por TODO

Entre los 8 meses y los 2 o 3 años de edad, vas a comenzar a notar ciertas conductas inesperadas en tu hijo. Por ejemplo, podrás verlo angustiado si desapareces de su vista un segundo y habrá personas extrañas que, sin razón aparente, le causen miedo; esta es la etapa de la famosa mamitis y no ocurre porque sea un niño malcriado, sino porque es un fenómeno evolutivo de apego.

¿Por qué surge?

Después de que tu bebé logra vincularse, de manera profunda, con las personas más importantes de su vida, (usualmente tú y su papa), siente miedo de que lo abandonen cuando se separan de él. Se trata de un proceso normal, que supera conforme va ganando confianza en su entorno.

¿Ahora entiendes cuánto confía y depende de ti? ¿Te imaginas lo que siente cuando, para controlar su conducta en esta etapa, usas frases como “si te portas mal, te voy a regalar” o “ya no te quiero”?

En este tipo de crianza es común que cuando tu bebé escucha esto, refuerza su temor de ser abandonado y de perder a su lazo afectivo primario. Por eso la mayoría de los niños que tienen estas amenazas terminan por obedecer; sin embargo, se trata de una práctica que puede generarle un estado de estrés muy dañino a nivel nervioso. Hay otras maneras de limitar su conducta.

No se trata de tolerar malas conductas, pero sí de ayudarlo a regularse: lo primero es contenerlo de forma empática para que la parte primitiva de su cerebro se tranquilice; así, una vez que está calmado, entonces puedes explicarle y, por supuesto, establecer límites.

 

Exigirle que se termine todo el plato

Cuando tu hijo cumpla un año de edad parecerá que deja de comer, keep calm, esto es completamente normal porque la tasa de crecimiento de los niños durante el primer año de vida es impresionante y luego se reduce. Si siguiéramos comiendo a la misma tasa el segundo año de vida, seríamos gigantes.

Es importante que, a partir de esta etapa tengas una idea clara de las raciones de comida.

Para darte una idea, la proteína del día para un pequeño de un año, es el tamaño de su palma de la mano; o sea un nugget.

En cualquier tipo de crianza que elijas, nunca lo obligues a comer de más, no eres mejor mamá si lo sobre alimentas, por el contrario, al forzar a su cuerpo a recibir más comida de la que necesita, estás dando las bases para que sea incapaz de identificar las señales de hambre y saciedad de su cuerpo y, a la larga, desarrolle problemas de obesidad.

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