Empecemos analizando diversas situaciones en las que podrán ver realmente la forma de lograr que sus hijos colaboren con ustedes en la quizá única tarea que les quita el sueño: la disciplina.

Te interesa: Los niños no necesitan castigos

Veamos un ejemplo:

Enrique llega de la escuela y deja la mochila tirada en la entrada, al lado de las escaleras. A ti te molesta pero por más que has intentado no logras que deje de hacerlo.

Respuesta automática (gritando): “¡Ya te he dicho hasta el cansancio que me choca que dejes tus cosas tiradas por toda la casa; siempre la tienes hecha un cochinero! ¡Vete a tu cuarto y te quedas sin comer, a ver si ahora sí entiendes!”

Respuesta sugerida (en tono normal): “Cuando dejas regadas tus pertenencias, yo me siento incómoda, pues he puesto mucho empeño en mantener todo limpio y ordenado, ¿qué podríamos hacer para encontrar una solución?”

Te interesa: Haz que tu hijo sea exitoso

¿Qué escena te parece más deseable? Espero que la segunda, sin embargo en muchas familias ocurre lo primero y ya te escucho: “Sí, Nancy, eso que propones suena muy lindo pero es ficticio. ¡No se puede!”. Yo creo de verdad que sí. Analicemos primero lo que ya has intentado:

  • Regañar: ¡Ya te dije que no dejes ahí la mochila!
  • Amenazar: ¡Es la última vez que te lo digo, a la próxima…
  • Castigar: Ya estoy harta, no puedes ver televisión toda la semana
  • Comparar: Tu hermano es más chico que tú y ya aprendió. ¿Por qué tú no?
  • Negociar: Por favor déjala donde corresponde, voy a tener visitas; si me ayudas te levanto el castigo de ayer y puedes ir a la fiesta del fin
  • Premiar: Como la pusiste en el sitio adecuado, nos vamos al cine en la tarde

Ahora regresemos a nuestros hechos. El segundo es idóneo por muchas razones que puedes reconocer y aplicar en tu vida diaria. Entre sus principales ventajas:

  1. Utilizas un tono de voz preciso con el que lo invitas al diálogo y muestras que estás en control de ti misma y la situación
  2. Describes tus emociones (me siento incómoda) frente a una acción concreta, específica y fácilmente descriptible (cuando dejas regadas tus pertenencias)
  3. Invitas a buscar una medida concreta y conjunta (¿qué podríamos hacer para encontrar una solución?)

Si lo estudias un poco más, apreciarás que también hablas en positivo, evitas generalizaciones o acusaciones y te centras en el aquí y ahora. Me queda claro que esto toma tiempo y lo más trascendental: requiere práctica, pero si te identificaste y la situación te hizo sentido, es momento de intentarlo. Poco a poco irás viendo cambios. Recuerda que todo camino, aún el más largo, comienza con el primer paso. ¡Buena suerte!