–¿Mamá me prestas el iPad?
–Ya jugaste mucho con el iPad.
–¿Mamá me prestas el iPad?
–No.
–¿Mamá me prestas el iPad?
–No.
–¿Mamá me prestas el iPad?
–No.
–¿Mamá me prestas el iPad?
–No.
La mamá es muy paciente y no dice nada más.
–¿Mamá me compras unas papas Chip’s?
–Todos los días quieres comer chucherías, no.
–Ándale, ¿si?
–No.
–Por favor.
–No.
–Yo las pago.
–No.
La mamá se encierra en el baño, se jala los pelos, respira y sale de nuevo sonriente.
–Mamá ¿verdad que cuando comemos no se puede usar el celular?
–Sí, lo mejor es no usarlo mientras estamos en la mesa.
–No seas chismoso, Bruno.
–No me digas chismoso.
–Mamá, dile que no me diga chismoso.
–Mamá ¿verdad que él no me puede dar ordenes?
–Si me dices chismoso ya no te voy a dejar jugar el juego que te gusta.
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
La mamá voltea a ver a sus hijos, inhala y exhala, cuenta hasta diez e inicia de nuevo la conversación.
–¿Mamá me das más leche con chocolate?
–Ya sabes que no puedo darte más leche con chocolate.
–Quiero más, tengo sed.
–No, Bruno.
–Más, más, más.
–No.
–Si, mamá. Quiero más.
–No.
La mamá imagina que esta en una playa tranquila, con una margarita en la mano, descansando.
–Mamá ¿jugamos a las luchas?
–Ok.
Se avienta sobre ella, le aplica la llave quebradora hasta que la mamá se rinde. Se vuelve a lanzar sobre ella. Se sube a su espalda como jinete, le tapa los ojos, le hace cosquillas, hasta que la mamá no puede más.
La mamá se levanta, sale de la casa, le da una vuelta a la cuadra y regresa como nueva.
Llega el papá.
–¿Por qué no están dormidos estos niños?
La mamá toma el tostador, lo conecta, llena la tina y se avienta abrazada al aparato.