Esta autoimagen se forma principalmente a partir de la relación e interacción del niño o niña con sus padres y figuras significativas (abuelos, tíos, cuidadores primarios, maestros, compañeros…), a través de la comunicación y el trato que recibe.
La forma en que esas figuras ven al niño y lo que le comunican con sus palabras, reacciones, el apoyo que le dan e incluso la manera en que le ponen límites, influye de manera positiva o negativa en cómo se percibe a sí mismo. Frases como: “me siento orgulloso de ti”, “admiro tu esfuerzo”, “no te rindas”, “estoy seguro de que puedes lograrlo”, “eres muy importante para mí”, “te amo”… ayudan al niño o adolescente a construir una autoimagen sana y fuerte. En cambio, expresiones como: “siempre es lo mismo contigo”, “no tienes cuidado”, “eres un desastre”, afectan de forma negativa su autoestima y autoconcepto.
Te interesa: Castigar no educa… te decimos qué hacer
A medida que crecen, también empieza a pesar la convivencia con sus compañeros, las comparaciones, y las opiniones o juicios que reciben de otros niños y adultos. En la adolescencia, los cambios físicos, la búsqueda de identidad y la presión social se suman como factores que influyen directamente en su autoimagen.
¿Te das cuenta del poder que tienen tus palabras en la vida de un niño o niña? Si eres mamá, papá, maestra, entrenador, tía, abuelo, cuidadora… lo que digas puede dejar huella para siempre.

Shhh… La guía definitiva para enseñarle a tu bebé a dormir


5 consejos para fomentar una autoimagen infantil positiva desde tus palabras:
2. No solo aplaudas sus logros, también reconoce el esfuerzo que hace para alcanzarlos. No siempre será el o la mejor, pero lo que hace para lograr una meta y la dedicación que pone en ello merecen ser valorados.
3. Fomenta espacios donde pueda hablar de lo que siente, sin miedo a ser juzgado. Escúchalo activamente, hazle preguntas sobre lo que intenta comunicarte y enséñale a reconocer y ponerle nombre a sus emociones.
4. Evita compararlo con sus hermanos, primos o compañeros. Recuerda que es un ser único, con fortalezas y debilidades propias. Enfócate en sus avances individuales, ayúdalo(a) a establecer metas realistas y acéptalo(a) tal como es.
5. Si se equivoca, respira antes de reaccionar. Todos cometemos errores. Cuida tu lenguaje corporal, evita criticarlo o juzgarlo. Acompáñalo y convierte el error en una oportunidad de aprendizaje.