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Por eso, cuando la cara de un niño expresa felicidad, no queda más que observar la de la mamá para ver la complicidad que se ha generado en ese intercambio de emociones. Uno no podría existir sin el otro porque la influencia y sobre todo el contagio de las emociones va construyendo los gestos del niño a través de los movimientos de esos 44 músculos faciales.
¡La cara de los niños habla y no miente! Ella se construye de las experiencias que se van viviendo a través de las líneas de expresión, transformación de músculos faciales y del semblante y emoción principal. Se ha visto que a partir de los 3 meses los bebés imitan las “caras” que ponen los adultos a su alrededor. ¡Imagínate el halago de ver la cara de un niño feliz! Algo tuvo que experimentar, pero sobre todo imitar para que pudiera reflejara ese sentimiento.
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Los niños tienen la capacidad de leer caras e interpretarlas y son la representación fiel de lo que está ocurriendo por dentro. Ellos tienen la característica de ser emocionalmente transparentes y sí, reflejan mucho de las emociones de sus papás.
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Se ha observado que la risa es más común y frecuente cuando se está con más personas. En una investigación de la Universidad de Tennessee se observó que el 95% de las risas de los niños ocurren cuando están en compañía de otras personas y únicamente el 5% cuando están solos. Por eso, es muy importante que te fijes en tus gestos, acciones y caras, principalmente cuando estás con ellos. Los primeros años de vida de tu bebé tú serás su primer referencia para todo, por lo que no dudes que si siempre te ve enojada o frunciendo el ceño, él hará lo mismo después.