Es muy frecuente durante el primer año de vida debido a que el diafragma aún está inmaduro y generalmente no representa ninguna enfermedad pero puede ser muy molesto. Según su duración se clasifica en:
- Agudo (se presenta por menos de dos días): Suele ser provocado por el uso de un chupón de tamaño inadecuado, un mal agarre al amamantar, la exposición a cambios de temperatura o la intolerancia a la lactosa
- Persistente (se mantiene por más de dos días): Generalmente es causado por problemas esofágicos y estrés
- Intratable (puede durar meses o años): Interfiriere en la vida del paciente, llegando a producirle desnutrición. Puede manifestarse como un síntoma de padecimientos como la gastritis, la dispepsia y el reflujo gastroesofágico
Aunque en la mayoría de los casos sólo se necesita tiempo para que desaparezca, existen formas de minimizar las molestias:
Cuando es bebé
- Si notas que le da antes de la toma de alimentos, dale un masaje suave alrededor del ombligo para ayudarlo a eliminar los gases que pueden estar presionando el diafragma
- Al amamantarlo, fíjate cómo lo haces porque es posible que el pezón no quede totalmente dentro de su boca, para ello sus labios se deben ver sobre el pezón y su pecho debe estar contra el tuyo
- Cuando lo alimentas con biberón, cuida que el tamaño sea adecuado para la boca de tu hijo
- Para evitar que respire por la boca y entre el aire frío y sin filtrar, debes procurar que no se le tapen las vías respiratorias; suénale la nariz con frecuencia
Y si es más grande
- Un remedio efectivo es hacer que respire dentro de una bolsa de papel
- Dale a beber un vaso con agua fría
- Que coma una cucharada de azúcar
- Trata de que contenga la respiración
- Dale una infusión de menta
¡Olvídate del hilo rojo en la frente! Llévalo corriendo al médico si los ataques persisten durante dos días o le dan cuando duerme: podría ser señal de meningitis, otitis media, un cuerpo extraño en el oído, bronquitis, asma o alguna enfermedad esofágica.
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