El mito del instinto materno se puso en duda por primera vez en 1949. La escritora Simone de Beauvoir cuestionó la naturalidad de las conductas maternales , poniéndolas en el campo de la cultura: separó el aspecto biológico (sólo una mujer puede gestar a otro ser humano) de la parte social (cada mujer desea o rechaza intensidad la posibilidad).
Pocas cosas en la vida encierran tanta contradicción como la maternidad, más en un país donde la idea generalizada de que las mujeres hemos nacido para ser madres y que serlo nos «completa» y da sentido a nuestra existencia, nos hace sentir a muchas muy confundidas ante una realidad que nada tiene que ver con los cuentos de hadas.
¿Cómo darle un nuevo significado a la experiencia de ser mamá mientras muchas luchan con la culpa, el cansancio y la sensación de fracaso personal?
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Parece algo de sentido común pensar que las mujeres tenemos un instinto maternal semejante al que presentan las hembras en el reino animal. Esta postura biológica asegura que el sentimiento maternal es parte de la genética femenina, y que predispone a las mujeres para ser «buenas madres».
Este tema del amor materno natural se ve reforzado también por muchos discursos religiosos, culturales e institucionales que juzgan severamente a las mamás que no se apegan a esta norma y las consideran casos extraños, incluso antinaturales, efecto de problemas mentales, sociales o morales.
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¡Ni qué decir de las mujeres que anuncian que para nada quieren ser mamás!
Los humanos olvidamos que no somos solo biología, también somos seres sociales. Los instintos no se pueden alterar, son parte de la naturaleza, en cambio las conductas sociales se modifican según el tiempo y las circunstancias.
Las mujeres hemos aprendido desde pequeñas, de manera explícita y silenciosa, que evitar la maternidad significa evitar la responsabilidad y el llamado del instinto. Las que deliberadamente rechazan esta responsabilidad tienden a ser criticadas, señaladas y estigmatizadas.
El amor maternal es una actividad altruista que implica decisiones constantes que no tienen nada en común con los instintos. Es una elección de vocación que no toda mujer posee. La maternidad es como un proyecto y como tal, es opcional.