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La realidad de ser mamá ‘Godínez’ en México

Ser mamá y trabajar en México es difícil; si no lo crees, tienes que ver estas cifras.

De acuerdo al más reciente reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la situación de nuestro país es deprimente… y casi me pongo a llorar, entre otras cosas, porque el panorama para las mujeres-mamás-trabajadoras (o mamás Godínez) es poco optimista en México.

Como especialista en asuntos de género y orgullosa feminista, pero sobre todo como mujer trabajadora y como mamá, les puedo decir que me quedé preocupada porque nuestras opciones son limitadas. De ahí que el surgimiento de espacios como Momzilla! sea tan importante, pues abonan de manera directa al cambio social y ya verán porqué.

La participación de las mujeres mexicanas en edad productiva en la fuerza laboral fue tan sólo del 42% (comparado con el 82% de los hombres).

Fíjense que en el lejano 2016, la participación de las mujeres mexicanas en edad productiva en la fuerza laboral fue tan sólo del 42% (comparado con el 82% de los hombres), muy por debajo del promedio de mujeres trabajadoras en los países OCDE (67%).

Otra cosa que llama la atención es que una buena parte de las mujeres que no tienen un empleo remunerado cuentan con un nivel educativo medio-alto, traduciéndose en pérdidas económicas significativas para el país, pues de participar a tasas similares a las de los hombres, se añadirían 0.16% a la tasa anual promedio de crecimiento del PIB, llevando esta tasa de crecimiento hasta 2.45% anual hacia el 2040 (alrededor de 1,100 USD en el PIB per cápita).

En español: si las mujeres tenemos una actividad formal remunerada, nos va mejor a todos.



Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.

Sin embargo, señoras, la realidad es que las mujeres-mamás-trabajadoras seguimos nadando a contracorriente, enfrentándonos a un mercado laboral prejuicioso, que produce y reproduce institucionalmente estereotipos de género y normas sociales que perjudican directamente el desarrollo de las mujeres-mamás-trabajadoras y que, eventualmente, nos ponen en la disyuntiva de elegir entre nuestros hijos o nuestra carrera profesional.

A mi hijo no le hacen falta leyes y reglamentos para castigar el abuso infantil en cualquiera de sus formas; lo que a mi hijo le hace falta es que yo, su mamá, sea parte de su vida de forma intensiva.

Es decir: el sistema no ayuda, y nos ha demostrado una y otra vez que es ciego a cuestiones de género (y no hablo sólo por las mamás sino también por los papás que ahora se involucran de manera distinta en la crianza y las funciones de reproducción y que si tuvieran oportunidad podrían aliviar la enorme carga que generalmente cae sobre las madres).

El Estado, a través de los mandatos legales, no contempla la protección a la infancia desde un enfoque de crianza. Es decir, a mi hijo no le hacen falta leyes y reglamentos para castigar el abuso infantil en cualquiera de sus formas; lo que a mi hijo le hace falta es que yo, su mamá, sea parte de su vida de forma intensiva (al menos así en la primera infancia). ¿La realidad? la licencia por maternidad (mal-llamada “incapacidad”) contempla seis semanas previas al parto y seis posteriores… en total 84 días. Para los papás, ni decirlo… ¡ridículos cinco días! (¿Ven cómo se reproducen los estereotipos de género?)

Ahhhh… ¡pero eso sí! Nos bombardean con información sobre la lactancia materna, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) debe ser exclusiva por —al menos— 6 meses. Pero ¿cómo lograrlo, si después de dar a luz tengo sólo 42 días para estar con mi hijo? Y por si fuera poco, las instituciones prevén solo dos periodos de lactancia de media hora al día.

En cuanto vuelves al trabajo, tienes que hacer un esfuerzo sobrehumano para demostrar que regresaste, que tu vida está intacta (jajaja).

Por otro lado, también nos venden la idea de que las mujeres “si queremos, podemos tenerlo todo”. y la verdad es que no. En cuanto vuelves al trabajo, tienes que hacer un esfuerzo sobrehumano para demostrar que regresaste, que tu vida está intacta (jajaja), que tu compromiso institucional sigue siendo tu prioridad, ¿por qué? Pues porque las estructuras lo permiten y lo incentivan.

Si antes te quedabas hasta tarde para sacar asuntos y hoy ya no puedes y te vas a tu hora de salida, es sinónimo de que ya no estás tan comprometida como antes y, por tanto, ya ni siquiera eres candidata a una promoción. Eso sin contar que permisos, ausencias o llegadas tarde se convierten en el “coco” de los jefes (como si la hora nalga te hiciera más productiva), permisos que generalmente se asignan a las madres trabajadoras, y poquísimas veces a los padres.

Total… que traemos una carga mental brutal, un cansancio físico absurdo, un genio del carajo y terminamos explotando a la menor provocación. En este período se dan las mayores incidencias de divorcio también, por si estaban con el pendiente. El sistema actual, como podrán darse cuenta, no contribuye a democratizar las relaciones familiares; al contrario. Tal vez de manera más sutil que en la década de 1950, pero sigue regresando a las mujeres a su espacio “natural”: la casa.

El sistema contribuye a que las mujeres madres-trabajadoras pongamos en una balanza nuestras prioridades y eso, en última instancia, provoca un éxodo de mujeres que abandonan el mercado laboral.

El sistema contribuye a que las mujeres madres-trabajadoras pongamos en una balanza nuestras prioridades y eso, en última instancia, provoca un éxodo de mujeres que abandonan el mercado laboral.

Otro dato matón: las mujeres mexicanas, independientemente de nuestra situación laboral, realizamos tres cuartas partes del trabajo doméstico y cuidado infantil sin remuneración, reduciendo el tiempo que podríamos dedicar a un trabajo remunerado. Ajá: ¡es un círculo vicioso!

Antes de compartir y abrir este foro a reflexiones, les comparto mi última experiencia laboral: trabajo en el Gobierno Federal, en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Hace poco más de un mes el Secretario Pacchiano nos dio la noticia de que a partir de marzo todas las madres de niños menores de 12 años y que ocuparan puestos de confianza, tendrían la prerrogativa de salir a las 4:00 PM (en vez de a las 6:00 PM). Aplausos, ¿no? Pues no.

¿Qué sucedió? Muchos jefes no estuvieron de acuerdo (aun siendo una instrucción del Secretario), y no dieron el beneficio a sus subordinadas… pero lo que es verdaderamente inaudito es que fueron las propias mujeres las que opusieron mayor resistencia, pues consideraron que la medida es discriminatoria para las mujeres que no tienen hijos, o las que tienen hijos más grandes, y porque ellas tendrían que cubrir las dos horas de ausencia de sus compañeras mientras ellas se van a casa a descansar (JA-JA-JA-JA).

Todos tendríamos que poder irnos a casa para, no sé, ¿tener la vida personal y familiar que queremos conciliar con nuestra vida laboral?

Hay una parte de razón detrás de esto, pues debería ser una medida general y todos tendríamos que poder irnos a casa para, no sé, ¿tener la vida personal y familiar que queremos conciliar con nuestra vida laboral? Sin embargo, si este es el inicio para reclamar un derecho para todos, den la oportunidad de demostrar cómo sí se puede ser productivo en un horario “acortado”.

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Por otro lado y fuera de la perspectiva emotiva de la maternidad, nadie que no tenga hijos entenderá la responsabilidad social que implica la crianza, pues a diferencia de lo que muchos piensan que hacemos llegando a casa (fodonguear), las madres nos esforzamos por involucrarnos en la formación de personas benéficas para la sociedad.

Fuera de la perspectiva emotiva de la maternidad, nadie que no tenga hijos entenderá la responsabilidad social que implica la crianza.

Esto es solo la punta del iceberg. Nada que ustedes no sepan o que no hayan vivido. Lo interesante aquí son las reflexiones que se producen ante un escenario como este:

  1. Ningún derecho del cual goces el día de hoy, como mujer o como madre, ha sido un derecho regalado. Al contrario, muchas mujeres han luchado por que hoy tengamos un espectro de derechos más amplio, y esto seguirá siendo así… hasta que nuestros hijos lleguen y hagan el cambio. Jajaja.
  2. El emprendimiento es una de las pocas opciones que, dadas las condiciones actuales del sistema productivo en nuestro país, permiten a las mujeres-madres tener una actividad remunerada “al menor costo social y familiar”, contribuyendo al crecimiento económico del país y a mantener su autonomía (sí, también).
  3. La red de solidaridad entre mujeres-madres-trabajadoras o emprendedoras debe seguir creciendo y fortaleciéndose. Evangelina García-Prince, una gran feminista latinoamericana, bien dice que los hombres tienen y mantienen el poder porque entre ellos son cómplices y tienen una red implícita de solidaridad inquebrantable… el famoso “pacto de caballeros”. Nosotras debemos dejar de atacarnos; ¡podemos ser competencia, pero jamás rivales!
  4. Lo que hace de Momzilla un expermiento social tan interesantes desde una perspectiva social es que aquí se acompaña, pero también se ofrece una alternativa para emprender; aquí hay más de 10 mil mujeres (hoy) compartiendo su conocimiento y generando información que PUEDE contribuir a generar nuevas tendencias de crianza, si así lo permitimos. Aquí hay una oportunidad de probar que la sororidad ES un game changer. En espacios como este se van a gestar las transformaciones que nuestro sistema necesita para que en unos años ninguna mamá tenga que decidir entre perseguir sus sueños profesionales o dedicarle tiempo a sus hijos. En espacios como este es en donde te das cuenta que tus necesidades como mujer-madre-trabajadora-emprendedora son muy similares a las de miles o millones más.

Por eso, mamás-trabajadoras-emprendedoras, apoyémonos, hagamos núcleos que repliquen el #MomzPower por aquí y por allá y utilicémoslos para hacernos visibles y darnos una única voz que se oiga cada vez más fuerte. Por nosotras, por nuestros hijos y porque juntas tenemos un enorme potencial para dejarles una mejor sociedad.

NOTA: Esto que comparto no pretende señalar negativamente a las mujeres que decidieron DE MANERA AUTÓNOMA dedicarse al hogar. Su labor es pilar de la economía y sin las mujeres que decidieron ser AMAS DE CASA, simplemente no existiría ningún sistema productivo.

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