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Los hermanos mayores NO son responsables de los hermanos menores

Conoce sobre el término parentificación y descubre cómo puedes evitar que tus hijos terminen siendo responsables de sus hermanos menores.

Estos días tan fuera de lo común, en los que las responsabilidades suceden al mismo tiempo (trabajo, casa, hijos… por decir los básicos), nos han llevado a apoyarnos como familia en muchos sentidos y está muy bien.

Cuando somos varios en casa es importante relacionarnos de manera en que los demás vean  cómo y en qué pueden ayudarnos y nosotros hacer lo mismo por ellos. Esto nos da un sentido de comunidad y podemos en consecuencia ser más productivos o agotarnos menos si las cosas cotidianas suceden gracias a mas de una persona. El tema aquí es NO perdernos y asumir que los “niños” pueden conducirse como adultos, y que, en nuestro afán de volverlos “independientes” exageremos las responsabilidades que les asignamos y dejemos en sus manos situaciones que los pueden poner en riesgo, a ellos o a otros menores.

Me explico: en mi caso con 4 hijos me refiero a ellos como “los grandes,” a los de 11 y 10 años; y “los chiquitos”, los de 6 y 4 años. Todos participan en las labores de casa con más o menos responsabilidades de acuerdo a su edad y habilidades, pero eso NO significa que sean responsables unos de otros en ningún sentido, ni que la seguridad en casa esté a cargo de ninguno de ellos.

Cuando eres mamá o papá puedes darte cuenta de que hay niños que desarrollan mayor sentido de responsabilidad (generalmente lo hace el mayor de los hijos), por alguna razón siente o asume que es un ejemplo, o que debe hacer cosas por los demás o estar para ayudarlos, etc., eso está bien y a veces ni siquiera lo piden o lo esperan los padres, sucede de manera natural. Otra situación es que los padres o los adultos responsables alrededor, hagamos creer a los niños (no importa la edad si son menores), que son responsables de otras personas, por ejemplo: sus hermanos menores.

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Está demostrado que muchísimos de los accidentes suceden en casa, es en el espacio que damos por seguro que los niños se caen y se golpean gravemente, que sufren quemaduras, ahogamiento, asfixia etc., y lo escribo así de claro y duro porque pasa y pasa mucho, y muchas veces también está documentado que los niños que viven estas situaciones estaban: o solos, o a cargo de otros niños, mayores que ellos, pero al fin niños. Esto no debe de ser. A este fenómeno se le dice “parentalizar a los niños”, cuando esperamos que se comporten como “la mamá” o “el papá” y por mas maduro o responsable que pueda llegar a ser, no deja de ser un niño.



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No es lo mismo enseñar a un niño de edad promedio 9-13 años a usar un ciclo de lavado básico o el miro ondas con supervisión, a dejarle un bebé o un toddler para que lo cuide. Los niños no deben de hacerse cargo de estas situaciones ni de otros niños. Nuestros tiempos tampoco permiten que al salir de casa un niño mayor cuide a uno menor y esperar que eso salga bien y que ambos regresen a casa con bien, porque los riesgos y los peligros son muchos.

Es importante distinguir entre preparar y educar a nuestros hijos para ser independientes, vs., delegarles responsabilidades cuyas consecuencias pueden estar fuera de su alcance.  Claro que hay casos en los que los niños reaccionan increíble y logran salvar o evitar situaciones que pudieron haber terminado de manera trágica, pero esto no debe de ser la regla, son casos aislados en los que todos los involucrados tuvieron suerte.

Ser papá, mamá, abuelos a cargo puede llegar a ser agotador y es una inmensa responsabilidad, pero a los niños les corresponde ser niños y comportarse como niños y hacer cosas de niños.

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NO apuremos la infancia, no caigamos en la tentación de repartir responsabilidades adultas a los menores porque lo hacen muy bien, o porque son muy maduros o confiables. No lo hagamos porque el peso es inmenso, porque las consecuencias de un accidente son impredecibles como el propio accidente. No hay manera de imaginar el peor escenario.

Los niños necesitan compañía, supervisión atención, cuidados, contención, límites, amor, esto no lo pueden recibir ni pedir de manera adecuada de un par, tiene que venir de un adulto responsable para evitar riesgos mayores. Permitir que un niño sea o hacerlo responsable al nivel de un adulto es una forma de maltrato, si puede ser que a veces los niños nos sorprendan porque puedan ser amorosos, empáticos, tolerantes, y hasta serviciales de manera natural, pero ello no es razón para descansar nuestras responsabilidades en ellos, no deberíamos de hacerlo por elección.

Entiendo que hay hogares en los que no hay opciones, aún y todo, eso no lo hace correcto. Y no se trata de juzgar a nadie, se trata de poner a salvo a los niños, en su integridad, en su salud física, mental y emocional. Se trata de crear espacios seguros para los niños. Ambientes cálidos que permitan su sano desarrollo, crecimiento e integración a la sociedad y a la vida en y fuera de casa. Los adultos responsables alrededor de los niños somos los filtros a través de los cuales ellos interpretan el mundo.

Seamos el filtro adecuado, seamos paz y certeza, hagamos el esfuerzo para estar presentes y disponibles física y emocionalmente. Esto también aplica cuando se trata de dejar a los niños por la libre para consumir contenidos sin restricciones en las redes sociales o en la web. Somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de verificar qué y dónde lo están viendo y si acaso es apropiado y tienen la capacidad de interpretarlo de manera adecuada para su edad. Hoy existen los llamados “huérfanos digitales”, estos niños negados en atenciones básicas porque los padres están pegados a la tecnología, no caigamos en eso.

La infancia es una época primal, vital, única, frágil que muchas veces determina con gran peso la forma de vida que tendrá ese niño cuando se convierta en adulto. Seamos el adulto confiable, responsable, disponible, asertivo y amoroso que nuestros hijos necesitan. Seamos quienes pongamos las reglas necesarias para que los niños vivan su infancia lo mas feliz posible, que nuestra voz sea para acompañar su crecimiento y sus sueños y nuestra guía para que los alcancen, no seamos quienes dejemos un peso que los arrastre a no llegar a sus metas o a vivir una situación que no puedan resolver. Los adultos tenemos que serlo sin excusa ni pretexto y los niños ser niños mientras que la infancia dure. Así de simple.

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