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La delgada línea entre permitir y consentir

Quizá es uno de los asuntos más complicados que vives como papá: identificar la frontera entre apoyar su desarrollo y ceder a todo lo que pide.

Al parecer todos estamos acostumbrados a movernos en dos planteamientos opuestos: o accedo a que haga lo que se le pegue la gana, o lo restrinjo tajantemente; sin embargo hay que entender porqué una cosa no debe estar peleada con la otra.

En primer lugar está la contención que se refiere a un mecanismo de freno externo y cuya función es ayudarlos a desarrollar elementos de auto control, así como generar en ellos las herramientas necesarias para regularse; de lo contrario mostrarán dificultades para controlar sus emociones, conductas e impulsos, y de condescender a situaciones indeseables o incorrectas, se promueven actitudes del mismo tipo.

Por otro lado existe la falsa creencia de que si los dejamos ser y les damos demasiada libertad los haremos más seguros, independientes y autónomos. ¡Falso! Quienes crecen bajo estos esquemas muestran dificultades para “caminar solos” y en cambio aquellos cuyo manejo se da en un ambiente de normas claras, estructura y autoridad, se desenvuelven más eficazmente.

No confundamos el dejarlos crecer y desenvolverse como seres auto suficientes, con consentirlos, sobreprotegerlos o dejarlos hacer lo que les venga en gana.

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Y aquí surge la gran paradoja: le ha preguntado a un auditorio con 800 papás si alguno conoce a un niño consentido en la más amplia extensión de la palabra, que sea bien recibido, aceptado y querido y que obvio, no sea de su familia… ¡Nadie levanta la mano! Lo ilógico es que a pesar de ello, sigamos teniendo la desfachatez de reconocer que mimamos en exceso y encima de eso hasta lo defendamos, ¿o sea que estamos de acuerdo en educarlos para que no sean bien recibidos, ni aceptados, ni queridos? Reflexiónenlo.



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Instruir significa tener que prepararlos para la vida, marcarles la dirección de lo correcto y lo incorrecto y servir de guía y modelo para lo que se enfrenten. Dejarlos vivir las dificultades de la vida, enseñarles a resolverlas y a hacerse responsables de sus cosas es nuestra tarea permanente.

Hacerse de la vista gorda obstaculiza su evolución emocional, limita su maduración y los hace dependientes. Y mucho ojo, promover que atraviese obstáculos no quiere decir que aplaudamos todo lo que ejecuta. No nos confundamos.

En resumen

  • Poner límites es un profundo acto de amor
  • Los niños necesitan estructura, orden y reglas claras
  • Dejar pasar comportamientos indeseables generará conductas incorrectas
  • Asentir que experimente las consecuencias de sus actos promueve su independencia y autonomía
  • No hay que hacer lo que de acuerdo a su edad ya debería estar haciendo por sí mismo

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Juan Pablo Arredondo es psicólogo y brinda atención a niños, adolescentes, parejas y familias. Es autor de los libros Límites y berrinches, Hablemos de sexo con los niños y Adolescencia: Cómo entender a tu hijo. Puedes consultarlo en bbmundo.com o al T. 5523 1010.

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