¿Por qué hay más niños chaparritos y amarillos?
Por ello, la pediatra endondocrinóloga Angélica Martínez Ramos, certificada por el Consejo Mexicano de Endocrinología, indica que «no importa si estás en cuarentena, los niños debe estar –al menos– 15 minutos al sol todos los días y no es necesario salir, sino que pueden colocarlos cerca de la ventana, en el patio o en el jardín».
La importancia de la vitamina D
El calcio no solo es importante para hacer crecer los huesos de un niño, sino que también la vitamina D, que se activa cuando se expone a la piel directamente a la luz solar. Por eso aunque tu pequeño esté bien nutrido y vitamina no es necesario que el sol haga su trabajo en su piel.
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«La vitamina D se ingiere de los alimentos como el atún y el salmón así como la leche y ciertos cereales fortificados e incluso los champiñones», explica la experta y recomienda que los pequeños tengan una dieta variada y nutritiva todos los días, que evitará que haya más niños chaparritos y amarillos.
El ejercicio físico en casa ayuda al cerebro
Realizar brincos en la sala, marometas en la cama o en un tapete e incluso sentadillas, son una buena opción de movimiento dentro de casa, especialmente en hogares que son pequeños y que no tienen patios o jardines.
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Los niños requieren estar en movimiento pues ayuda a su óptimo desarrollo físico, pero también mental, puesto que su cerebro fortalece conceptos como el equilibrio, la marcha, la sincronización y el estar quieto.
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Al respecto, la Asociación Española de Pediatría ya «prescibe» ejercicio físico para los niños, puesto que el sedentarismo causa obesidad, alteraciones en las articulaciones y el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Así que si queremos evitar que haya niños chaparritos y amarillos debemos estar alerta sobre estas recomendaciones.
El estrés reduce la hormona del crecimiento
Martínez Ramos explica que los niños que son sometidos a estrés no alcanzan su crecimiento óptimo, puesto que no producen adecuadamente la hormona del crecimiento (que se libera en la noche) y, por tanto, el pequeño no llega a medir lo esperado.
«Los niños crecen el primer año de vida entre 20 a 25 centímetros, para el segundo año y hasta el tercero alcanzan de 10 a 15 centímetros más, en su cumpleaños número cuatro y hasta los 9 y 10 años serán de cinco a siete centímetros por año. A partir de los 11 años niños y niñas crecerán de tres a cinco centímetros y depende mucho de los cuidados: amor, alimentación, ejercicio y sueño, así como de la genética», indica la entrevistada.
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Por ello, cuando un niño es sometido a tensión emocional su cuerpo no logra dormir bien ni tampoco produce la hormona del crecimiento, que se produce en la glándula pituitaria, la cual se localiza en el cerebro que se ve afectado por el estrés.
En cuarentena «hemos visto que los niños y padres están con mayor estrés por problemas sociales, académicos, médicos o económicos, por ello, es importarte realizar actividades que logren, en familia, reducir el estrés», recomienda la Martínez Ramos quien pide estar alerta para que no haya niños chaparritos y amarillos.
«Cuando un niño no llega a crecer lo que los pediatras esperamos a pesar de los esfuerzos de los padres, se recomienda (tras una evaluación con el endocrinólogo pediatra) la aplicación de la hormona del crecimiento, que lo ayudará a alcanzar la estatura deseada», afirma.