Todo sobre el reflejo de succión
«El reflejo de succión le permite al recién nacido sobrevivir, sin él, el pequeño simplemente no podrá alimentarse por seno el materno, ni por biberón. Sin embargo, algunos padres prolongan este reflejo para calmar al bebé con el chupón, o la succión del pulgar o con biberones y hay riesgo de deformar el paladar y los dientes frontales”, precisa la odontopediatra Guadalupe Rodríguez Sosa.
Tu pequeño succiona por hambre, pero también por protección
Cuando tu pequeño tiene hambre comenzará a mover sus labios, pero también cuando está dormido o cuando te sienta cerca. “Este reflejo de succión le ayuda al bebé a sentirse en paz, con el estómago lleno, pero también con la sensación de tranquilidad y de protección; por eso cuando un pequeño llora y se le brinda el chupón, el llanto se detiene, o cuando se mete el pulgar (o cualquier otro dedo) a la boca deja de inquietarse, incluso se puede arrullar y dormir mejor”, precisa la experta.
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Sin embargo, al paso de los meses el pequeño no solamente necesita succionar sino también masticar y deglutir alimentos sólidos, y es cuando se le deberá brindar papillas para que vaya dejando atrás el proceso de succión y comiencen a madurar los huesos del rostro, especialmente los maxilares.
“A los diez meses, en promedio, el pequeño deja progresivamente de succionar y busca alimentos más complejos, por eso también se le da un vaso entrenador (que puede contener leche materna) para que vaya madurando en el aspecto alimenticio”, indica la experta.
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Por lo general, el reflejo de succión desaparece entre los 6 y 9 meses de edad. Esto no implica que sea la edad normal para el fin de la lactancia, ni tampoco que se pierda la habilidad de succión. Si el reflejo continúa en edad avanzada, puede indicar un problema de desarrollo.
Si bien la succión también es un proceso afectivo, pues el pequeño se estresa cuando no está con su mamá o cuando lo separan del seno materno, se debe ayudar al niño a que el proceso no lo angustie, por el contrario hay que animarlo a utilizar su maxilar al masticar, hay que ayudarle a usar la cuchara y permitirle que coma directo del plato, se chupe los dedos, pero luego es muy importante limpiárselos.
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Cuidado con los malos hábitos orales
Como ya mencionamos, la succión también interviene en el proceso afectivo por lo que el chupón y el biberón son los objetos que más utilizan los padres para calmar al bebé, no obstante, también los dedos (especialmente el pulgar) e incluso las uñas de los pequeñitos, son usados como tranquilizantes.
“Cuando el niño comienza a chuparse o succionar dichos objetos o tejidos, crean un hábito que los médicos llamamos perniciosos orales, puesto que comienzan a deformar la mandíbula, el paladar y los dientes frontales”, lamenta Rodríguez Sosa y explica que si tu hijo de vez en cuando se chupa el dedo o el chupón, no habrá problema más adelante; pero si realiza la succión como una acción repetida y automática, son patrones aprendidos de contracción muscular de naturaleza muy compleja que no podrá dejar fácilmente.
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Perfil tipo “Felipillo” o de “Pajarito”
“Los odontólogos pediatras vemos cada vez a más niños con perfiles tipo ‘Felipillo’, o tipo ‘pajarito’, con los dientes hacia enfrente, o con el paladar hundido de más. Incluso atendemos a niños que tienen el rostro asimétrico, puesto que el hábito pernicioso ya lo deformó, y para corregirlo, los expertos utilizamos aparatos, cirugías y tratamientos que permiten tener un equilibrio maxilar y dental”, precisa la entrevistada.
Los niños comienzan a chuparse el dedo desde el vientre materno; al nacer, desarrollan este reflejo de supervivvencia (en la etapa lactante), pero a los diez meses se deberá evitar fomentar este reflejo para que le niño tenga un crecimiento sano.
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