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Las únicas certezas de la maternidad

Como mamá de cuatro te diré qué certezas de la maternidad he aprendido a lo largo del camino para alivianarte en el proceso.

Cuando nos convertimos en padres no sabemos realmente a lo que vamos; y por más que creamos estar preparados para lo que viene a nuestra vida, pocas veces es así. Desde el embarazo y yo diría, “de ahí para el real”, ser papás es un trabajo constante y en progreso, que no se define en un logro, que tampoco se limita a un error o dos y que no cabe en una etapa del niño. Para tener más claridad, te quiero platicar de las únicas certezas de la maternidad.

¿Qué certezas de la maternidad conoces?

La “agenda” como la solías manejarla antes de ser mamá o papá, no va a existir más; “tu tiempo” ya no es tuyo, como tampoco lo es tu espacio, tus hábitos, tus costumbres y tus “ideas” sobre ser padre, porque te mudas del mundo del “yo” al mundo de “nosotros”.

Suele pasar también que tu escala de valores, prioridades y en el mejor de los casos, hasta tu sistema de creencias se altera; te das cuenta que los niños son de todos, que el “adulto responsable” eres tú y no tus papás y que, lo que sea que hagas, digas o dejes de hacer, si tu hijo te ve, eventualmente lo hará, aunque tu boca pronuncie algo distinto.

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En el embarazo a veces te encuentras descubriendo tu corporalidad de manera profunda por primera vez o como pocas veces. Con un recién nacido en los brazos, resulta que el mundo no se detiene ni las exigencias de la vida tampoco, y que ese pequeño bebé no trae manual y la mayoría de las veces no hace lo que dicen los expertos en los libros. Esto es importante que lo tengas en cuenta como una de las certezas de la maternidad.

Ese pequeño bebé comienza a crecer y lo cierto es que no van a detenerse. El bebé se convierte en uno que no conoces cuando le salen los dientes, luego viene que si gatea, se arrastra, camina o ninguna de las anteriores, o todas ellas… Primero no hablan, luego no se callan y sus errores de pronunciación básicos e incipientes con el tiempo quizá requiere terapia de lenguaje. ¿Lo escolarizo o no?, ¿Es necesario que socialice o no?, dentista-pediatra-terapia-estimulación temprana u oportuna-coach de sueño… cursos y libros para ser mejores padres ¿Mejores que quiénes?, -que nosotros mismos-.



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Son muchas las preguntas que debes hacerte y debes estar preparada, sabiendo que una de las certezas de la maternidad es que el cambio es la constante luego viene el torbellino y la gozadera de tener un toddler y luego un niño o niña que se va a convertir en adolescente y que va “a seguir” descubriendo el mundo y moldeando su personalidad y temple como desde que nació, y ¿qué crees? No todos aprenden al mismo ritmo.

La única constante entonces, es el cambio que interpretamos como caos, porque ser mamá o papá no tiene instrucciones y cuando creemos que “nos la sabemos”, resulta que la situación cambia, pero ¡está bien!, está muy bien estar abiertos al cambio, ser flexibles para soltar y dejar pasar y reconocer que no tenemos que tener todo bajo control, porque ser mamá y papá no es un proyecto con objetivos o expectativas para cumplirse como si fuera una lista. Ser padres va de prueba y error, a veces todo se acomoda a veces son etapas de cambios constantes; pero ten en cuenta que los cambios no van a parar porque es “la vida” y vale decir: ¿ahora por dónde?, ¿ahora cómo?

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Recuerda nada en el extremo. Intenta estar en un punto medio, reconoce lo que sí hacemos bien, lo que nos falta por definir o frente a lo que nos sentimos impotentes o ignorantes. Siempre podemos hacerlo mejor, pero no son competencias. Conectar con los hijos es lo más valioso, generar experiencias que trasciendan en positivo y ante todo, saber que como humanos somos falibles.

 

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