¿Están listos para la nueva normalidad?
De pronto estamos esperando el “nuevo normal” poniendo una etiqueta a algo que todavía no se manifiesta, que no conocemos y que aún no es. Se trata de imaginar el cómo será la nueva manera de comportarnos en sociedad durante el regreso a la vida fuera de casa.
En otros países ya ha venido sucediendo de manera paulatina y escalonada y esperamos lo mismo en el nuestro; pero no tenemos certeza de cómo será en todos los ámbitos, pues la vida como la conocíamos “antes” de la pandemia ya cambió.
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Queremos regresar al “normal” porque eso es sinónimo de que hemos superado esta etapa, porque existe la esperanza de que las cosas van a volver a ser las mismas, porque a pesar de todo, entendimos que mucho de lo que tuvimos nos hacía felices, a pesar de que no nos dábamos cuenta.
Entendamos que la nueva normalidad implica darnos cuenta de:
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- Salimos del anterior “normal” de golpe, ya sea que hayamos sido flexibles o resistentes, todo cambió. A nadie se nos preguntó y nadie estaba preparado para hacer una larga pausa en la vida como era, solo para preservar la vida.
- La pandemia trajo secuelas que se han convertido en otras pandemias y para las cuales, la solución aún no existe como: el miedo, la desinformación, la ansiedad, el insomnio, la violencia en casa, el desempleo.
- El distanciamiento social, probablemente nos hizo reflexionar lo que realmente es “importante” en la vida y generó (ojalá), un reacomodo de valores y de prioridades. Nos transformó en otros.
- Durante este tiempo hubo pérdidas porque así es la vida, se están atravesando muchos duelos de manera simultánea: unos perdieron la salud, a un ser amado, el empleo, un negocio, un viaje, un matrimonio.
- Entramos a la pandemia regresando a casa, a pasar tiempo con los nuestros, queriendo seguir con la vida que teníamos desde el hogar, pero hubo y hay muchas variables que nos han hecho entender de a poco, que esta es otra vida, que no es “normal”, pero tendremos ese sueño que se llama «la nueva normalidad».
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- Hemos rescatado grandes enseñanzas con profundo amor y agradecimiento, por ejemplo: estar en casa con los hijos, sanos y seguros, pero no es la realidad de todos. Hemos valorado nuestros empleos y empresas con esfuerzo y trabajo en equipo, (pero una inmensa mayoría los perdieron); hemos construido mejores relaciones familiares, en casa y a distancia porque nos dimos cuenta de que la familia es el origen y el pilar de todo; pero otros las han perdido a raíz de estar juntos y comprobar que ahí no era.
- Las familias de padres separados tuvieron que hacer ajustes y malabares para preservar la integridad y salud de los hijos. Muchas familias estamos completas, pero otras no y siguen habiendo cambios y sorpresas tristes; la escuela hizo una pausa larga que sigue de manera indefinida aún, pero se pusieron las pilas y los niños estudian a distancia con el apoyo de sus maestros y escuelas; pero muchos ni siquiera tienen internet, o escuela, o capacidad de pago para seguir en ella o ha mermado la salud mental de padres e hijos.
- Muchos cambiamos o mejoramos nuestros hábitos de salud para comer mejor, hacer ejercicio, meditar, aprender a ser “más” felices; pero otros enfermaron por la pandemia o por el miedo a hacer cambios a tiempo.
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¿Nos damos cuenta que esto no tiene nada de normal ? ¿Nos damos cuenta de que queremos regresar para que lo anterior se detenga y cobre sentido, pero que después de todo lo vivido tampoco será normal?
En la nueva normalidad, falta tener siquiera certeza de que el regreso sea seguro, de que ello no represente un peligro mayor para la población. No es que de un día para otro todos saldrán de sus casas y se van a reincorporar a todo lo que “antes” hacían de la manera en que lo hacían.
La vida después de la pandemia es probablemente que tampoco tenga nada de normal, ¿nos vamos a acostumbrar? ¡seguro! pero de a poco. El mundo cambió, somos otros, y al regreso habrán cosas que se sentirán normales en la medida en que no hayamos tenido grandes ajustes o pérdidas en nuestras vidas, pero muchos otros que sí las tuvieron, no van a regresar a lo mismo, no va a ser una opción real o coherente.
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Esperemos menos del regreso, estemos atentos y abiertos de mente y corazón para entender los cambios, los hemos vivido antes, con otras crisis: sismos, atentados, otro tipo de enfermedades; nos vamos a adaptar a viajar diferente, a saludar y convivir diferente, pero no será normal, porque aún no conocemos esa realidad. Con el tiempo se irá normalizando y sí importa hacer la aclaración porque el cerebro y el alma se dieron cuenta de que algo muy grande y muy grave pasó, y no podemos autoconvencernos de minimizar lo vivido o entonces, no habremos aprendido nada para el futuro.
La nueva normalidad hoy es incierta, como lo es la vida; misma que ya nos dio a todos una muestra de lo frágiles que pueden llegar a ser nuestros planes y certezas, no es vivir con miedo; es darle realidad a lo sucedido. Es estar ciertos de que todavía el “normal” no ha regresado, reconocer lo que sea que a cada uno de nosotros nos dejó esta pandemia, quiénes éramos antes y quiénes somos ahora…
El regreso con el lavado de manos, uso de gel antibacterial, sana distancia y cubrebocas, será aceptable porque son las medidas que nos mantienen protegidos; sin embargo, muchas actividades no regresarán a la normalidad porque tal vez no sean esenciales o porque los negocios dieron un giro completo.
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En otros países han tenido importantes retrocesos por querer ir de prisa en algo que estamos todavía determinando, no olvidemos que es para la gran mayoría, nuestra primera pandemia.
Las que somos madres crecimos inmensamente en todas las dimensiones del alma y de la mente. Hemos estado en casa con los hijos creando un “normal” que no teníamos, sólo para regresar a otro “normal” que todavía no existe.
Tengamos calma, algo de paciencia y sobre todo seamos flexibles, aprendamos a soltar todo aquello que no está en nuestro control y que sólo existe en nuestra mente. Enseñemos a nuestros hijos el poder del ahora, lo que sí podemos hacer con lo que tenemos; está bien hacer planes, pero está mejor vivir en el presente, un día a la vez nos dicen por ahí, porque hay días y días.
Unos qué tenemos bajo control y otros qué son un tanto caóticos y eso es normal, lo que no es normal es pretender resolver la vida con etiquetas que nos dan la idea de perfección una vez mas, en un mundo que si algo tiene de cierto, es que ¡NO es normal!