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Cosas que dañan tu cérvix y no lo sabías

Te explicamos cuáles son las cinco cosas que dañan tu cérvix y que se pueden detectar en los estudios ginecológicos de rutina.

El cuello uterino o cérvix es el canal que comunica la vagina con el útero. Aunque puede ser muy resistente, es susceptible a algunos padecimientos, como la inflamación o los quistes. Conoce las cosas que dañan tu cérvix y aprende cómo prevenirlos.

5 cosas que dañan tu cérvix

El cuello se ubica en la parte inferior del útero. Tiene entre tres y cuatro centímetros de longitud y se hace tan elástico como sea necesario en el parto. Rutinariamente, en los chequeos en edad reproductiva se incluyen una serie de estudios como el papanicolau, la colposcopía y la biopsia, los cuales monitorean la salud del cérvix y ayudan a detectar lesiones que, con prevención, pueden erradicarse. Sin más preámbulos, a continuación te presento lo que un examen en tiempo puede revelar.

Lesiones benignas

1. Traumatismos
Desgarros
Por lo general, ocurren como una complicación del parto vaginal o luego de la dilatación para un legrado o histeroscopía. Suelen tratarse e identificarse al momento, pues llegan a causar sangrado abundante y sus secuelas normalmente se relacionan con infecciones o con la imposibilidad del útero para contener al feto. Para contrarrestarlos, es posible reforzar el cuello con una sutura fuerte a su alrededor, en etapas tempranas del embarazo. 

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2. Infecciones de cérvix y vagina (cervicovaginitis)
Esta es una de las cosas que dañan tu cérvix y sus síntomas pueden ser secreción excesiva (que puede ser maloliente, espumosa, blanca, gris o amarillo-verdosa), escozor, inflamación, comezón, dolor de estómago, de espalda o al mantener relaciones sexuales (dispaurenia). En cuanto a la inflamación cervical, puede ser provocada por cuerpos extraños (un tampón o un preservativo retenido, el DIU), traumatismos o irritantes químicos, como ungüentos o cremas.
Puede ser causada por un tipo específico de microorganismo, como:

  • Hongo: Cándida
  • Bacterias: Gardnerella, Streptococcus y Staphylococcus
  • Parásito: Trichomona
  • Patógenos de transmisión sexual: Neisseria gonorrhoeae, Chlamydia trachomatis, virus del herpes o el del papiloma humano (VPH)

Para determinar una infección es necesario el cultivo correspondiente y complementarlo con un estudio celular, como la prueba de papanicolau o la colposcopía. Si estos exámenes resultan positivos, se prescriben antibióticos y medicamentos tópicos, como cremas, óvulos y en algunos casos también se aconseja la abstinencia sexual. Como prevención, siempre será recomendable el uso de preservativos y realizar una valoración ginecológica anual que permita descartar infecciones urinarias o rectales.



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Por otro lado: La episiotomía: corte de la vagina durante el parto

3. Tumoraciones

  • Pólipo. Generalmente es benigno y se presenta unido al cuello uterino mediante una especie de tallo; suele observarse como una masa alargada, rojiza o amoratada que sobresale del cuello. Casi siempre se manifiesta alrededor de los 50 años de edad y no causa síntomas, pero se relaciona con sangrado posterior al coito, intermenstrual o debido a una infección.
    En cualquier caso, debe ser extirpado y estudiado, ya que puede ocultar la muerte de tejido o una metaplasia –que es la transformación de las células–, ocasionando dolor y en casos excepcionales, cáncer.
  • Mioma. Derivado del tejido muscular del útero, es común que aparezca en sus paredes; ocasionalmente se presenta en el cérvix. Se observa al colocar un espejo vaginal y se diferencia del pólipo porque este es duro. No suele ser causa de esterilidad –debido a que obstruye el libre paso– y su tratamiento consta de una intervención quirúrgica, como la histerectomía. Es importante recalcar que ocasiona sangrado abundante y hay quienes lo tienen toda su vida; aunque sólo se convierte en un problema cuando su tamaño aumenta
  • Endometriosis. El endometrio es la mucosa que recubre el interior del útero. En este caso, la alteración se caracteriza por su presencia fuera de éste y en la cavidad pélvica. Usualmente se produce después de un procedimiento quirúrgico o de la toma de una biopsia y quien lo padece puede presentar sangrado premenstrual, dismenorrea y dispareunia. Lo ideal es eliminar el tejido y enviarlo a estudio
  • Huevos (o quistes) de Naboth. Son algunas de las cosas que dañan tu cérvix y son tumores llenos de mucosa en la superficie del cuello uterino y parecen cúmulos recubiertos de un tejido en apariencia normal. Se generan debido a que el canal cervical está recubierto por células glandulares que secretan moco y que en ocasiones llegan a cubrirse por un tejido escamoso. Pueden crecer lo suficiente como para ser palpables durante un examen y, a pesar de su tamaño, no representan una amenaza, ni ocasionan malestar; de hecho no es necesario tratarlas, aunque pueden cauterizarse las protuberancias mediante electricidad o congelación con nitrógeno

Revisa: Cambios vaginales durante el embarazo, parto y posparto

Lesiones premalignas

1. Infección por VPH (virus del papiloma humano)
Esta es una enfermedad de transmisión sexual frecuente, sobre todo en jóvenes sexualmente activos. El contagio se da a través de erosiones pequeñas o imperceptibles en la piel o las mucosas, por el canal del parto y también durante el sexo oral. El cuello uterino es particularmente susceptible a este padecimiento.

En la actualidad se conocen cerca de 200 serotipos, los cuales se clasifican según su afinidad (cutáneos o genitales). El tiempo de incubación oscila entre las seis semanas y los ocho meses, y una vez que llega a las células, puede causar tres tipos de infección:

  • Latente. Localizada en el epitelio; se multiplica, pero es inactiva
  • Subclínica. Se detecta mediante papanicolau y colposcopía. Si es causada por un tipo de virus de alto riesgo, puede causar lesiones
  • Productiva. Hay una replicación masiva y se manifiesta clínicamente con verrugas, las cuales son benignas y aparecen en genitales externos y vagina, sólo 10% se presenta en el cérvix

Ahora bien, cuando nos referimos a cosas que dañan tu cérvix como lesiones, no estamos hablando de heridas precisamente, sino a la modificación anormal de las células que en los resultados de una biopsia cambia su nombre de displasia a Neoplasia Intraepitelial Cervical (NIC). Bajo este nombre, se divide en:

  • NIC I (Leve). Existe una infección por VPH, con presencia de células anormales. Puede debilitarse espontáneamente; si no lo hace en un año, se debe recurrir a un tratamiento, como la conización, que es la extracción respetando el útero.
  • NIC II (De moderada a acentuada) y NIC III (De severa a carcinoma in situ). Sin tratamiento, puede evolucionar a cáncer. El diagnóstico se realiza por medio de estudios (papanicolau, colposcopía) y para erradicarlo puede recurrirse a la conización, la criocongelación –realizada con nitrógeno–, al láser y, como solución última, a la histerectomía.

También: Cambios vaginales durante el embarazo

Mitos

Aunque se ha demostrado que la persistencia de VPH de alto riesgo es requisito para desarrollar cáncer invasivo en el cuello uterino, no todas lo presentarán, pues influyen factores internos, externos y la predisposición genética. Algunos son:

  • Infecciones agregadas, por ejemplo, Chlamydia
  • Inmunodepresión
  • Nutrición y estado alimentario
  • Si se trata de los tipos 16 y 18 del VPH
  • Tabaquismo
  • Uso prolongado de anticonceptivos hormonales

2. Cáncer del cuello cérvicouterino
En la superficie del cuello uterino existen dos tipos de células: escamosas y columnares. La mayoría de estos cánceres provienen de las segundas; normalmente su desarrollo es muy lento y comienzan como una afección precancerosa llamada displasia, observable bajo el microscopio y que puede tardar años antes de convertirse en cáncer.Es posible detectarlo a tiempo, por medio de estudios regulares y es curable.

Gloria Solórzano es especialista en Ginecología y Obstetricia por el Hospital General de México. Ha obtenido reconocimientos de la Sociedad Mexicana de Reumatología y del Columbia University College of Physicians and Surgeons.
Artículo publicado en la revista impresa No 80, en junio 2012

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